Internacional
Por Redacción
Publicado el lunes, 6 de noviembre del 2017 a las 03:05
San Antonio, TX.- Devin P. Kelley, anglosajón de 26 años, entró ayer a mediodía a la iglesia bautista de Sutherland Springs, una pequeña localidad de Texas cercana a la ciudad de San Antonio, en la que se encontraban 50 personas en plena misa.
Vestido totalmente de negro y armado con un rifle semiautomático Ruger AR, disparó indiscriminadamente, dejando al menos 26 muertos y una veintena de heridos. Sus víctimas tenían entre 5 y 72 años.
Dos de los muertos fueron encontrados afuera de la parroquia y 23 dentro; otra víctima murió minutos después en el hospital.
Dos lugareños se enfrentaron al sospechoso cuando intentaba huir de la escena. Johnny Langendorff, uno de ellos, dijo que “llegué a la intersección donde ocurrió el tiroteo y vi a dos hombres intercambiar disparos”, señalando que el tirador y otro residente se estaban disparando uno al otro.
Una vez que el agresor huyó de la iglesia en su vehículo, lo persiguieron por la carretera FM 539 hacia el norte antes de que el tirador perdiera el control y saliera de la carretera. Langendorff comentó que el otro hombre que estaba con él saltó del auto y apuntó con su rifle a Kelley. “No se movió después de eso”, puntualizó.
Vea también: Desata en instantes la peor masacre en Texas
La de Sutherland Springs es la quinta masacre con armas de fuego con más muertos en la historia de Estados Unidos y pone una vez más sobre el tapete el debate nacional en torno a la regulación del acceso de civiles a armas de fuego.
El último ataque de esta envergadura ocurrió en junio de 2015 cuando Dylan Roof, un joven blanco, entró en una iglesia de Charleston (Carolina del Sur) y mató a tiros a nueve personas afroamericanas en el que fue considerado uno de los peores crímenes de odio racial.
La masacre de Sutherland Spring se registra un mes después de que, durante un concierto de música country, un hombre de 64 años disparó ráfagas con rifles automáticos contra miles de asistentes en una céntrica explanada de Las Vegas y dejó 60 muertos y 500 heridos.
La huella del sicópata
Devin Kelley era un hombre blanco, aparentemente casado, que había servido en las Fuerzas Aéreas de 2009 a 2013, en operativos de logística en la base de Holloman (Nuevo México), y que había sido expulsado con deshonor del cuerpo tras un juicio marcial. Desde su salida del ejército, Kelley no había conseguido ningún trabajo fijo, aunque sí había impartido, según su ficha de LinkedIn, clases a niños de 4 a 6 años en los denominados colegios bíblicos, centros evangelistas volcados en la lectura de los testamentos.
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