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Muere el ícono de la educación en PN

Por José Carlos Agundiz Hernández

Publicado el viernes, 24 de agosto del 2012 a las 14:00


Este jueves 23 de agosto, minutos después de las 8:00 de la mañana, en la clínica del Magisterio Sección 38...

Piedras Negras, Coah.- Este jueves 23 de agosto, minutos después de las 8:00 de la mañana, en la clínica del Magisterio Sección 38, dejó de existir en nuestra ciudad uno de los más queridos maestros, Héctor Mario López, a la edad de 79 años, de los cuales 62 años los dedicó a la docencia y cumplió lo que dijo durante una entrevista en su oficina, “No me voy a jubilar, mi retiro será mi muerte”, y así fue.

Pocos mentores como Héctor Mario López, diríamos que fue un fuera de serie, con 62 años cumplidos al servicio de la educación, quizá por tratarse de alguien con una visión clara, con vocación de conciencia y corazón y que ha llegado hasta donde está por su humildad, no por haberse sentido de una casta diferente, aunque siempre comprometido y obligado a entender y adivinar las exigencias sociales, las corrientes sexenales de renovación y los permanentes anhelos de progreso de la sociedad.

Nacido en Parras de la Fuente, un 22 de enero de 1933, hijo de don Modesto López y doña María Concepción Treviño, abrevó las primeras enseñanzas de sus maestros en la escuela Benito Juárez, terminando el sexto grado de su instrucción primaria en la escuela Centenario de la ciudad de Saltillo. En la capital del estado vivió con los maestros Edelmira, Carmen y Humberto Flores Flores, piezas importantes para poder ingresar a la Benemérita Escuela Normal en el año de 1948.

Curiosamente el sueño del profesor Héctor Mario López era ser ingeniero agrónomo, por el contacto que tenía su familia con La Forestal, incluso sin ser hijo de campesino les pidió una constancia para inscribirse en la Escuela Práctica de Agricultura de Agua Nueva, en San Pedro, Coahuila. De esa institución se gradúo en 1950 como perito agrícola, documento que le serviría para entrar a La Narro, lo que le resultó imposible por el tipo de calendarios escolares que se contraponían.

De regreso a Parras, se encontró en la Presidencia Municipal, situada en ese entonces en la calle Ramos Arizpe, Cruz con Treviño, al profesor Avelino Aguirre de la Cerda, inspector de la Zona Escolar número 5, quien le preguntó si era el hijo de doña María Treviño y luego de contestar afirmativamente, le ofreció una plaza de maestro rural, eran los últimos días del mes de agosto de 1950. Desde luego que aceptó y al finalizar el año y fue a entregar la documentación de su escuela “Del Trabajo” en San Francisco del Barrial; le ofrecieron las autoridades educativas, estudiar y obtener el título de profesor, el salario de un maestro rural era de 250 pesos y sólo podían ir a la ciudad cada mes a cobrar, mientras que los de la ciudad ganaban 550 pesos, por lo que era necesario obtener el título.

En 1954 estuvo en Estación Baján, municipio de Castaños, en Nakapa, Tuxtepec y Plan de Guadalupe hasta 1968 en que se fue a la ciudad de Castaños a la escuela Doctor Rafael Cepeda. En 1969 y con más experiencia y conocimientos, comenzó a ejercer liderazgo entre los maestros que le dio la oportunidad de ocupar puestos sindicales. Ese año en el Congreso Sindical resultó electo secretario de trabajos y conflictos de primarias de la Sección 5 que encabezó el profesor Daniel Pérez Sartillo y al siguiente periodo 1972-1975, era ya secretario general de la sección.

Al terminar su periodo, fue enviado a la ciudad de Piedras Negras como inspector de las escuelas rurales y de Villa de Fuente, era en ese entonces el puesto más alto en el magisterio y posteriormente se tuvo que crear la figura llamada, coordinador de inspectores, designación que recayó en el maestro Enrique Cárdenas García, al que no le gustó la idea por el número de escuelas que iba a atender, y la maestra Candelaria Valdez, directora de Educación Federal en Primarias, le pidió se hiciera cargo de la vacante en 1972.

En 1989 cuando la maestra Candelaria Valdez anunció su jubilación, propuso al profesor Héctor Mario como su sucesor y no hubo objeción, quedándose en el puesto hasta el año 2000. Por un lío de títulos falsos que denunció, fue cambiado a la Dirección de Servicios Regionales del recién creado, Instituto de Servicios Educativos de Coahuila, después de dos años en ese puesto, el profesor Humberto Moreira, secretario de Educación Pública, lo nombró como director de Acreditaciones, Incorporación y Revalidación de Estudios del ISEC y está en su base desde el año 2005 cuando se crea la Jefatura de Sector de Primarias Piedras Negras Dos, puesto que desempeñaba hasta la fecha.

En Parras vivió intensamente con sus primeros amigos y bajo la sombra del nogal de un pequeño huerto, comenzó el sueño de convertirse, primero en ingeniero y luego en maestro, desde luego sueños que sabía difíciles de cumplir porque eran tiempos aciagos ante la falta de recursos económicos, sin embargo, el hoy nigropetense por adopción, estaba resuelto a prodigar con ambas manos las semillas que hay en sus arcas para seguir enseñando, sin reservarse nada, por corto que pueda ser su saber.

Héctor Mario fue un maestro con 62 de servicio, un verdadero maestro que pasó por todo, pruebas distintas y aún así nunca perdido en la esperanza de escalar el cielo, convirtiéndose en un verdadero ejemplo para las nuevas generaciones de maestros, de esos que hoy necesita la patria para convertir las palabras en hechos, un gran maestro que jamás usurpó la fama de que hoy goza, porque para nada la necesitó.

El mejor comentario que se puede hacer a este apreciado maestro, resultaría pálido y débil, para alguien que se ha entregado en vida al apostolado en el magisterio, aunque nunca debemos escatimar esfuerzo para lograr su pleno reconocimiento por haber educado, aprovechado ideas y propuestas de educadores distinguidos y las experiencias de algunos particulares que hicieron una realidad el llamado a la vocación para impartir educación en la aridez del ejido y en la comodidad urbana.

Son maestros como Héctor Mario López, los que nos han enseñado que vale más un punto de obra, que muchos castillos en la fantasía. Hombre de esfuerzo constante, puntualidad precisa y una gran humildad, que ha sido la base de su gran empresa en lo colectivo. No podemos decir que es un genio, sino un hombre dedicado al trabajo y que jamás se encerró en sus fronteras geográficas y hoy está ocupando un puesto muy importante en la Secretaría de Educación y Cultura de Coahuila, puesto ganado a pulso, porque durante su vida sumó y multiplicó, antes que restar o dividir.

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