Saltillo, Coahuila.- Su vista se volvió turbia y la respiración nula. El instinto de supervivencia se hizo presente y Raúl Valdez Siller comenzó a manotear buscando una salida, el agua cubría por completo el vehículo en el que viajaba. Pensó que iba a morir junto con su hija en el fondo del arroyo.

La fuerte lluvia que azotó Saltillo el pasado miércoles por la mañana dejó inundaciones y daños a vehículos atrapados en avenidas de la ciudad, además de la historia de este hombre pensionado que salvó a su hija sacando fuerzas de flaqueza, tras ser arrastrados por la corriente.

Desde muy temprano, la lluvia comenzó a hacer sus estragos, por lo que Ximena, estudiante de la secundaria Eulalio Gutiérrez, no caminó hacia el transporte y su padre se ofreció a llevarla.

En medio de la tormenta, don Raúl comenzó a calentar el vehículo, un “vocho” que lo ha acompañado por años, al que le tiene mucho cariño por lo económico que resulta para la familia.

‘Creí que moríamos’

Raúl Valdez Siller comenzó a manotear buscando una salida, el agua cubría por completo el vehículo en el que viajaba. Pensó que iba a morir junto con su hija en el arroyo.

Raúl, padre de familia, narra la odisea que vivieron él y su hija al caer su vehículo en el arroyo El Pañal.

“Iba a dejar a mi hija a la secundaria, baja un transporte por aquí (Los Ramones), ayer. Como estaba lloviendo la llevé, le dije que mejor la llevaba, y me fui faltando 20 para las 7, iba indeciso si me iba por La Libertad o por ahí, por donde me fui”, comentó.

El agua se desborda en ese punto debido a que los tubos de canalización del agua se tapan con la basura que baja del arroyo.

‘Yo también paso’

Raúl no titubeó, observó cómo otros vehículos comenzaron a pasar y se aventuró a cruzar, decisión de la que se arrepintió segundos después, ya que la fuerza de la naturaleza frustró su paso.

“Vi que estaban pasando autos, dije, ‘yo también paso’. Miraba el agua de este alto (unos 30 centímetros), no mucho, nada más que yo creo está muy livianito el vocho y lo empezó a mover, de lado a lado; me fui de pique, ya ves que está alto, y a mediación se volteó y cayó el toldo en el fondo”.

Fue cuestión de segundos para que los dos comenzaran a tragar agua y que la cabina se inundara. Raúl no veía a su hija, el agua sucia le impedía tener buena visión y comenzó a tratar de abrir la puerta de su lado, no pudo hacerlo. Al ver que era imposible, comenzó a golpear con todas sus fuerzas el vidrio delantero. Por fin logró desprender el parabrisas y salir del vehículo que ya había dado una vuelta completa.

“Cuando salí pensé en mi hija, dije ‘ya se me ahogó’. La vi en el carro y comencé a estirarla, no podía sacarla, yo digo que estaba atorada entre los asientos porque no podía, pensé lo peor, hasta que por fin logré zafarla”, dijo.

No termina el peligro

El peligro aún no terminaba, la fuerza del agua movía el carro hacia los lados, no había estabilidad, y el espacio era reducido para las dos personas, se pusieron en cuclillas y comenzaron a gritar, no había nadie a su alrededor.

“Estaba muy cansado, las piernas me temblaban, mi hija era la que gritaba, nadie nos oía; chiflaba, hasta que se asomó un hombre, vi que se puso las manos en la cabeza y dijo: ‘no se muevan, espérense’, y se escuchaba que gritaba: ‘¡una cuerda, una cuerda!’. Se empezó a juntar la gente y llevaron sogas, ahí fue cuando me la aventaron, me amarré y amarré a mi hija”, mencionó.

Una hora después, elementos del Cuerpo de Bomberos de Saltillo lograron sacarlos del fondo del cauce tras realizar maniobras de rescate, y por fortuna sólo presentaban algunos golpes y desgaste físico por el esfuerzo que tuvieron que hacer para mantenerse con vida.