El Mundo | Madrid.– Los chillidos de los cerdos tapan las risas de los hombres y son tan fuertes y agónicos que es lo único que se escucha en el vídeo que ha servido como prueba para llevar a juicio a cuatro ganaderos que los maltrataron sin compasión en la granja de El Escobar, en Fuente Álamo (Murcia). El guión de esta prueba, que puede servir ahora para lograr “una condena ejemplar en España” por un delito de estas características, según la organización Igualdad Animal, narra una historia de víctimas y verdugos, de abusos, de violencia sin filtros.

En las imágenes, la expresión de sufrimiento de los cerdos contrasta con las caras divertidas de sus cuidadores, que ni se inmutan con la cantidad de sangre que derraman los animales como consecuencia de las espadas que les clavan en el cuerpo y los golpes que les asestan con barras de hierro macizo de hasta un metro de largo. Por eso, por tratarse “de lo más gore y cruel que hemos visto nunca en Igualdad Animal, queremos una sentencia histórica, ejemplar acorde a los hechos”, afirma a EL MUNDO Javier Moreno, cofundador y director internacional de esta asociación, que se presenta como acusación popular en el juicio que comienza este martes en Cartagena.

La sentencia que los defensores de los animales considerarían ejemplar implica la cárcel. El Ministerio Fiscal va a pedir un año de prisión para cada uno de los cuatro -la pena máxima recogida en el artículo 337 del Código Penal para este delito- y la inhabilitación especial en su profesión por un periodo de tres años. Pero como las condenas inferiores a dos años no suelen conllevar la entrada en la cárcel si no se tienen antecedentes, Igualdad Animal ha abierto una petición -que lleva más de 66.120 firmas- en la que solicitan que “estos maltratadores” -uno de ellos en busca y captura- pasen un tiempo entre rejas y, además, aprovechan el caso para pedir una reforma de la legislación “demasiado laxa con estas agresiones”.

Las aberraciones que ocurrían en la granja murciana se conocieron en febrero de 2012, cuando la organización recibió el vídeo (de 6:40 minutos de duración) en el que se veía a los trabajadores pisoteando y dando patadas en la tripa a los gorrinos, golpeándoles en la cabeza con hierros y clavándoles espadas en el costado y en el corazón, hasta que se desangraban y morían tras varios minutos de agonía. A las cerdas preñadas les asestaban un brutal golpe, que servía para anestesiarlas, les rajaban la tripa sin miramientos y, pese a los gritos del animal, metían la mano en el vientre para sacar a los lechones vivos antes de que su madre falleciera.

La denuncia de estos abusos la hizo un ex trabajador de la granja, Marcos Verduga, que por 900 euros al mes también tuvo que golpear alguna vez. Alejado ahora del caso y del juicio, en su día Marcos reconoció que “desde que entré en la granja vi que a los animales se les maltrataba mucho, todos los días”. Por eso quiso sacar a la luz lo que allí ocurría, porque tenía la conciencia intranquila, porque pensó que debía hacer algo para ayudar a esos cerdos. Sin embargo, el dueño de la granja expresó entonces que todo se debía “a una venganza” para hacerle daño y emitió un comunicado en el que mostraba su “condena y su repulsa”, explicaba que no sabía nada y que en sus explotaciones, pertenecientes a Agropecuaria El Escobar S.A., “cuando es necesario se sacrifica a los animales con una pistola”, homologada para eso. ELMUNDO se ha puesto en contacto con la empresa, pero se ha negado a hacer declaraciones.

Un infierno animal

“La vida de los animales en las granjas es un infierno, pero esto es lo más brutal que hemos visto”, cuenta Javier Moreno, que añade que en la investigación que su asociación llevó a cabo sobre la industria porcina en España -en la que visitaron 270 granjas en 11 CCAA, muchas de ellas con premios-, “vimos que a lechones enfermos los mataban arrojándolos contra la pared o que a los cerdos les cortaban el rabo y les arrancaban los dientes sin anestesia”.

También cuenta que han denunciado por vía administrativa a 70 granjas de conejos por malos tratos y “están tardando hasta cuatro años en respondernos a las denuncias. Y cuando lo hacen es para decirnos que no está pasando nada de lo que denunciamos. Pero sabemos que hay granjas que no han sido inspeccionadas en 10 años o que han obtenido el permiso por chanchullos administrativos o con el veterinario”. Para Moreno “es muy grave. A pocos kilómetros de nuestras casas están ocurriendo salvajadas que si se conocieran sería un escándalo nacional”.

La primera persona que entró en la cárcel en España por maltrato animal fue E.S., que en octubre de 2015 fue condenado a ocho meses por matar a palos a su caballo, Sorky, tras una mala competición. Pero recurrió y al poco ya estaba en la calle. Otros dos hombres también fueron a prisión, en Palma de Mallorca y Granada, por maltratar a un perro cada uno, pero además tenían otros delitos.

“Aunque este caso pueda parecer excepcional por la brutalidad de los actos, la realidad es que es más frecuente de lo que creemos”, asegura el líder de la asociación en defensa de los animales. Destaca cómo ha cambiado en una década la percepción de los españoles respecto al bienestar animal. “Si hace 10 años esta cuestión le importaba al 71% de la sociedad ahora la cifra es del 94%”. “La sociedad avanza en determinadas cuestiones, como ésta, y organizaciones como la nuestra han ayudado mucho a visibilizar el problema, pero las leyes no van en consonancia, sino muy por detrás”.

El sector porcino representa el 12,4% de la Producción Final Agraria en España, que es a nivel mundial la cuarta potencia productora de carne de cerdo (tras China, EEUU, y Alemania), según datos del Ministerio de Agricultura.

“Lo que queremos es que esta sentencia mande un mensaje claro: si maltratas a un animal, lo vas a pagar caro”, piensa en voz alta Moreno, que cree que “en cualquier sociedad avanzada estas salvajadas no deberían quedar impunes”.

lff