Nacional
Por Proceso
Publicado el viernes, 15 de septiembre del 2017 a las 00:57
Juchitán.- En un callejón de la Sección Séptima, un antiguo sector popular de esta ciudad, está echado Plomo un viejo mestizo de color mirlo.
Su dueña, una señora de nombre Bernarda, no quiere mostrar las cuarteaduras de su casa, ni los caídos de su edificación como la mayoría de sus vecinos. No tiene interés en pedir despensas o alguna clase de ayuda, excepto, para Plomo que ahí echado, levanta su patita como posando ante la cámara.
La noche del temblor, antes de que la tierra se sacudiera, Plomo ladró nervioso. Apenas alcanzó a evitar que la barda exterior de la casa de su ama lo aplastara por completo. Sólo su pata quedó bajo un enorme bloque de concreto roto. Ahora, llora echado todo el tiempo.
Desde el pasado 8 de septiembre, la ayuda y asistencia para los habitantes del Istmo de Tehuantepec son insuficientes. Por todas partes, los campamentos improvisados por vecinos que se resisten a abandonar sus pertenencias abarcan las calles sin poder ingresar a sus viviendas, dañadas a punto de colapsar o colapsadas desde hace una semana.
Mucho menos hay algún tipo de atención para mascotas y animales, no se ha instalado ningún centro veterinario y no pueden ir a los campamentos como sus amos que, como doña Bernarda, se resisten a abandonarlos.
Notas Relacionadas
Más sobre esta sección Más en Nacional
Hace 1 hora
Hace 1 hora
Hace 1 hora
Hace 1 hora
Hace 1 hora
Hace 1 hora
Hace 2 horas
Hace 2 horas
Hace 2 horas
Hace 2 horas
Hace 3 horas
Hace 3 horas