Arte
Por Christian García
Publicado el viernes, 27 de octubre del 2017 a las 09:05
Saltillo, Coah.- Una exposición de 13 piezas que muestra al público el mismo rostro de barba larga y gafas oscuras es lo que se puede apreciar en la muestra Análisis Introspectivo de un Artista Narcisista, del pintor nigropretense Marcos Mares, la cual se inauguró la noche del miércoles en la galería de exposiciones temporales del Museo del Palacio de Gobierno, como parte de una de las actividades del Festival de las Artes Julio Torri 2017.
Para Mares, la idea de plasmar su cara barbada en distintas posiciones y con diversos objetos como llaves y billetes, es una manera de exponer el vicio ególatra que domina la modernidad, a la vez que lanza un discurso sobre la visión propia que tiene de sí mismo.
“En esta época todos se están volviendo narcisistas, ya que se están tomando selfies que pasan por filtros para terminar exhibidas en redes sociales. La pintura me permite hacerlo como parte de un diálogo con esta idea. En esta colección, la tensión más fuerte y más importante es la de mi ego amable.
“Es hablar o mostrar cómo estoy cada vez más comprometido con el proceso de esto que es el arte y cómo voy teniendo más dominio sobre ello y sobre mi vida como artista. Es ser egoísta en mis prioridades y mis conceptos artísticos”, declaró el autor a Zócalo en entrevista.
POR SÍ MISMO
Para el pintor, tener un discurso retórico es básico, pero lo es también que las personas se interesen en su obra, pues él se esfuerza diario para crear una pieza que atrape al público y consiga ir más allá de una venta superficial.
“Quiero que las personas al menos miren u observen la pintura. ¿Por qué tengo yo que resolver el punto del entendimiento de la obra si ni siquiera les ha llamado la atención? Mi función en esta serie es la de presentarme como alguien bastante soberbio en cuanto a mi trayectoria como artista”, comentó.
Con 25 años de trabajo y aprendizaje autodidacta, Mares asegura que no le hicieron falta estudios en escuelas de arte. Al contrario, señala, que puede y quiere enfrentarse a los estudiantes con el fin de poner la disciplina como el verdadero estudio del arte. “No he tenido ninguna formación profesional por parte de ninguna escuela. Imagina que mi ego no se triplicara en una trinidad como lo es la pintura, mi espíritu y el diálogo propio. Entonces como yo no tengo ninguna formación quiero mostrar que el esfuerzo es lo que me ha hecho seguir.
“Como mi parte más egoísta y soberbia, es la de mostrar un punto retórico en donde pueda hablar con alumnos de las instituciones sobre qué les hace creer que al estudiar durante cuatro años saldrán siendo unos artistas, quiero retar al público y más aún al público que está estudiando una carrera para ser artista”, agregó.
PROVOCACIÓN
“Un libro nunca es tan bueno como podría haber sido”, dijo el escritor William Faulkner alguna vez para hablar sobre el oficio artístico, pero Mares ve en su propio trabajo un ciclo que se cierra, en el cual trabaja día a día con su mayor empeño para crear algo.
“Soy el más chingón para trabajar, esa es mi propuesta diaria. Busco quién me lo pueda refutar, pero que lo haga desde su propia retroalimentación. La obra no me afecta, ya que puedo dejar el pincel y la obra se cierra. Pero lo que he plasmado y lo que he dicho se mantiene como una propuesta o un entendimiento que genere distintos diálogos y públicos. Cada una de las piezas que se concreta, siento que resuelve esa circunstancia”.
Marcos Mares también utiliza su arte, su ego y su voluntad para enfrentarse a un público cada vez menos atento. Él continúa con la idea de que un artista tiene que trabajar duro siempre para exigir la mismo de quien se interese por su obra.
“Hay gente con muy poco interés en conocer, y para que alguien tenga conocimiento, lo principal es la curiosidad. Si hay apatía se vivirá con un avance muy pobre. Pero cuando existe interés, abres el libro y ves las fotografías, aunque sea superficialmente. Ahora hay un público con muy poco interés”, finalizó.
“Necesitamos artistas verdaderamente comprometidos con el arte, con esa disciplina que han tomado y con la que se han bautizado. Si el público no está receptivo a sus obras es porque el mismo artista subestima a sus espectadores. Uno como artista comprometido puede demandar o exigir la atención del público”, finalizó.
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