Nacional
Por Excélsior
Publicado el viernes, 12 de mayo del 2017 a las 21:37
Ciudad de México.- Después de vivir 19 años como indocumentado en Estados Unidos, Julio César Larios Heredia fue deportado a México, un país desconocido para él, donde más allá de discursos y fotografías oficiales, fue recibido por integrantes del crimen organizado.
Tras cumplir una condena de cinco años en una cárcel federal, el expandillero de California, cuenta que al cruzar la Garita de San Ysidro, en Tijuana, un hombre de mediana estatura, que se encontraba mezclado entre la gente, lo abordó para ofrecerle mil 500 dólares por “burrear”: cruzar paquetes de droga al otro lado de la frontera.
Va uno pasando y lo miran así tatuado, y de volada te quieren jalar al cártel, para que andes burreando; te dicen que, si quieres trabajar de halcón, cuidando el terreno o cruzar otra vez para allá, que te pasan gratis, pero llevando una carga”, relató.
Julio César explicó que la propuesta era tentadora pero decidió rechazarla “porque no vale la pena, sólo te usan como carnada”, además de que no puede regresar a Estados Unidos, ya que lo condenarían al doble de años de prisión.
Detalló que su intención es quedarse en México y no meterse en problemas para poder estar con su mamá y hermana, que viven en San Luis Río Colorado, municipio de Sonora limítrofe con Baja California.
El padre Felipe de Jesús Plascencia, director del Proyecto Salesiano en Tijuana, con 30 años de trabajo comunitario, reconoció que cientos de deportados mexicanos son interceptados por el crimen organizado.
Dijo que es difícil llevar una estadística, “porque son casos que se mueven por debajo del agua”, pero esa situación pone en peligro la vida de los connacionales, “y ahí tenemos que poner mucho empeño, mucha atención para saber acompañarlos”.
La presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Melba Adriana Olvera Rodríguez, señaló que, aunque no hay ninguna queja ante el organismo, se sabe que operan bandas de la en Baja California, y que en dos albergues para migrantes hay información sobre la oferta que se hace a los deportados para involucrarse en actividades ilícitas como vía para la independencia económica.
Claudia Portela, coordinadora del Desayunador del Padre Chava, que atiende a diario a un promedio de mil 200 migrantes y deportados, advirtió que las propuestas del crimen organizado son muy atractivas para quienes están solos y desean regresar a EU con su familia.
“Son débiles en ese momento, presas de todo aquel que no hace cosas buenas, entonces se abre un abanico de posibilidades y muchas veces las personas van a tomar esa opción para salir adelante”, lamentó.
La diputada federal María Luisa Sánchez Meza, exregidora de Tijuana, recordó que este problema no es nuevo, ya que entre 2004 y 2010 alrededor de 700 personas fueron deportadas a diario por la frontera de Baja California y “muchas de ellas fueron reclutadas por el crimen organizado”, lo que generó una crisis de inseguridad en el estado.
Afirmó que en caso de que el presidente de EU cumpla su amenaza de realizar deportaciones masivas de mexicanos, la situación se pondría más difícil por la falta de oportunidades para la gente que regresa al país, sin prácticamente conocerlo.
“Es importante atenderlos, porque ahorita estamos viviendo en una incertidumbre que, de un día para otro, no sabemos cómo va a amanecer el señor (Trump) para decir, ya no quiero más mexicanos en nuestro país y empiece a deportarlos”, manifestó.
‘OCHERO’
A los nueve años de edad, Julio César Larios Heredia cruzó escondido en un automóvil hacia Estados Unidos para establecerse con sus tías en Salinas, ciudad enclavada en una de las regiones agrícolas más ricas de California.
“Le decíamos little México, eso quiere decir México chiquito, porque parece más como México, es en Estados Unidos, pero venden tacos, pura gente mexicana miras allá”, mencionó.
El ahora joven de 28 años entró a la escuela de la localidad, donde pronto los golpes lo convencieron que tenía que pertenecer a una pandilla de mexicanos para poderse defender de la gente de color, los güeros y los norteños, que son los hijos de connacionales nacidos en Estados Unidos.
Es que allá son bien racistas y te pegan, haz de cuenta que después de la escuela te buscaban, y si te agarraban solo te brincaban”, aseguró.
Cuando comenzó a meterse en problemas, sus tías lo enviaron a trabajar al campo en la pisca del chabacano, la lechuga y la fresa.
Pero para ese entonces, Julio César ya era “ochero”: pandillero de la calle ocho, nombre de la vía más importante de Salinas, donde como iniciación tuvo que aguantar golpes de sus compañeros por 13 segundos.
En su vida en Estados Unidos, tuvo cinco ingresos a la cárcel, el último por agredir a un norteño, en busca de controlar el territorio.
“Todas las cosas ilegales ahí se manejan: armas, droga y prostitución”, expuso.
Al terminar su condena, con la política antiinmigrante de Donald Trump lo enviaron de regreso a México.
“La gente aquí es más salvaje, piensa en puro dinero y viene uno medio cerrado de allá; no te voy a mentir, yo no conocía ni el peso, puro dólar”, expresó.
SEGUNDA OPORTUNIDAD
Mexicali, BAJA CALIFORNIA.
Arrepentido de su vida loca, Julio César quiere redimirse y aprovechar la oportunidad que obtuvo en Mexicali, como empacador en la firma Newell Rubbermaid, nombrada como una de las 100 mejores empresas para trabajar en México, según la Consultora Great Place to Work.
“Batallé un poquito para agarrar trabajo, porque allá en San Luis se fijan mucho en los tatuajes, pero aquí no me discriminaron, de volada me hicieron un chequeo físico y me dieron la oportunidad”, celebró.
Salvador Maese Barraza, presidente de la Asociación de Maquiladoras de Mexicali (Index), dio a conocer que hay 18 países invirtiendo en el sector, principalmente Estados Unidos, Canadá, Alemania, Gran Bretaña, Corea y Japón.
Destacó que a pesar de las amenazas del presidente Trump, los capitales no se van y, al contrario, siguen aumentando, lo que permite ofrecer empleo a los deportados que van llegando y los que podrían arribar de forma masiva.
“Pero nos estamos topando de que muchos de ellos, pues, no traen documentos, por eso sería muy importante que el Instituto Nacional de Migración (INM), en conjunto con todas las dependencias, nos puedan ayudar con esto de poner módulos de atención para que la gente pueda obtener su acta de nacimiento y su credencial de elector”, subrayó.
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