Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
Directores Japoneses exigen mejores condiciones laborales Netflix invertirá menos dinero en sus producciones Confirma Fiscalía de CDMX que Miguel “N” es un presunto feminicida serial Presentan libro de mujeres que le escriben a la “próxima presidenta” Ricardo Salinas Pliego presume visita a Mazatlán y se pone a bailar música banda

Zócalo

|

Clasificados

|

Información

< Clasificados

Clasificados

Saltillo, ciudad que se ama o se odia

Por Paloma Gatica

Publicado el martes, 25 de julio del 2017 a las 08:00


La esencia de la capital de Coahuila se ha ido transformando, con sus pros y contras.

Saltillo, Coahuila.- La ciudad del clima ideal, en la que todos los vecinos se conocían y vivían tranquilos, la que se terminaba al norte, allá por el reloj de la Ford, al sur por la Central Camionera, al poniente por el Panteón Santiago y al oriente en la estatua del Indio, poco a poco queda en el pasado.

Saltillo cumple 440 años, sin embargo, en los últimos 35 el ritmo de vida, la llegada de personas de otras latitudes y una urbanización e industrialización aceleradas, la convirtieron en una pujante capital con todo y sus problemas; a decir de algunos de sus más arraigados habitantes, Saltillo mantiene su esencia original en sus calles, en sus templos, en su comida y su gente, en sus leyendas y en sus costumbres.

El crecimiento le ha costado caro a la capital

María Concepción Recio Dávila, saltillense que se distingue por su labor incansable como promotora de la cultura y periodista, proviene de una familia que ha sido semillero de grandes representantes de las bellas artes y la educación.

Su compromiso por alentar la cultura la llevó a ocupar la coordinación del recinto cultural Vito Alessio Robles, donde hasta hoy continúa luchando por un Saltillo ávido de cultura, como el que recuerda desde su adolescencia y luego en su juventud, cuando entró de lleno al ámbito colaborando en el Museo de las Culturas, que fundó Gilberto Recio Flores, su padre.

Eso es sin duda lo que ama de su ciudad, la cultura y la forma en que se ha diversificado la manera en que Saltillo hace y consume la cultura.

“En el aspecto cultural me gusta mucho que haya tanta variedad y tanto bullicio. Las posibilidades para realizar una actividad cultural son muchas y variadas siempre”.

Conchita admira la transformación que en poco tiempo ha vivido la ciudad. Una ciudad que pasó de ser tranquilidad absoluta, donde apenas comenzaba a pestañear la industria y el empleo en masa, a ser la Atenas de México.

Pero al mismo tiempo encuentra problemático el crecimiento de Saltillo, que ha llevado al desplazamiento de las áreas verdes y los espacios públicos en los que antes se podía caminar apaciblemente.

“En el aspecto cultural me gusta mucho que haya tanta variedad y tanto bullicio. Las posibilidades para realizar una actividad cultural son muchas y variadas”.

Una sociedad noble que ha perdido sus valores

La historia de Saltillo se ha contado de muchas maneras. Una de ellas es a través de la radio, en una cabina, tras un micrófono, desde muchas transmisiones a control remoto y tantos recuerdos que sólo quienes lo hicieron posible conocen.

Uno de ellos es Jesús López Castro, director de la estación XEKS. Él es la segunda generación al frente de la primera radiodifusora en Saltillo, fundada en 1936 por su padre Efraín López Cázares, misma sigue presente hasta nuestros días.

En su momento la radiodifusora gozó de éxito inigualable debido a la aceptación de los saltillenses gracias a la calidad de los artistas de renombre que pisaron aquellas cabinas, así como a la versatilidad con la que siempre buscaron darle un toque distinto a la programación de la estación.

Jesús comparte que es la versatilidad de los saltillenses lo que lo hace amar a la ciudad en su 440 aniversario, pues recuerda que en sus inicios al frente de la estación no fue sencillo continuar en el gusto de los radioescuchas, ya que cada vez exigían mayor calidad en la música, sin embargo, cumplir con las exigencias del público hizo que la estación se colocara como la favorita.

Considera que es una ciudad llena de distintas caras con un ritmo de vida distinto del que vivió en su juventud.

Es la misma versatilidad del Saltillo actual la que trajo consigo lo que a Jesús más disgusta: la inseguridad, que corrompió los valores de una población noble y que ahora debe vivir a la defensiva.

Una urbe de tradiciones vivas

A sus 84 años, Jesús Carlos Mena Suárez ha sido testigo de cómo generaciones y familias enteras de Saltillo han contribuido a la historia de la ciudad. Él y su familia, por su parte, se han encargado de deleitar las mesas de los saltillenses con pan de pulque en cada merienda.

Pan de Pulque Mena es una de las panaderías con mayor tradición de la ciudad. Su actual propietario comparte la ciudad que recuerda en su infancia, cuando la panadería era un merendero y el pan apenas ocupaba espacio en el menú.

Jesús asegura que la vida era mejor con la música de aquellos días.

“De todo aquello lo que más amaba era la música. Por aquellos tiempos me tocó estudiar con los grandes de la música. Me gustaba mucho acompañar a mamá y a papá a los recitales literarios que se hacían donde tocaba la banda del Estado, también a la Alameda venía a tocar Pompeyo Sandoval y muchos artistas famosos de la época que ponían a la gente a bailar”.

El sucesor del tradicional pan de pulque es fiel testigo de cómo ha cambiado la ciudad y no duda en que pronto el Centro Histórico cierre el paso a los vehículos para que los transeúntes caminen tranquilos para hacer sus compras, como sucede en las grandes ciudades.

Sin embargo, está seguro de que la ciudad conserva sus tradiciones y creencias, que a su parecer es la verdadera esencia de Saltillo.

Para él es la magia que la ciudad encierra, al ser una urbe de valores y costumbres que siguen presentes en las familias saltillenses.

‘Yo soy feliz cocinando para Saltillo’

En Saltillo, saciar el hambre con un platillo casero y de buena sazón significa visitar el restaurante Nohemí, donde la comida y el trato que su dueña Nohemí Durán da a sus comensales no tienen igual.

El ambiente hace sentir como en casa. De eso se ha encargado por más de 25 años su propietaria; conservar una sazón hogareña ha sido la clave de su permanencia en esta ciudad que, dice, vive de prisa.

Hoy, Nohemí recuerda haber comenzado a cocinar desde cero, en la orilla de la antigua carretera a Arteaga, con un local humilde que al paso de los años Saltillo acogió como uno de los restaurantes con mayor tradición de la ciudad.

Actualmente su restaurante se encuentra en el cruce del bulevar Francisco Coss y la calle Mariano Matamoros, cerca de importantes tiendas, el Teatro de la Ciudad y cientos de casas antiguas de la zona.

Nohemí cuenta que cuando el negocio comenzó en ese lugar lo más cercano era el tren que pasaba por ahí y un camino de terracería.

Es por eso que se maravilla y asegura vivir asombrada de la rapidez con la que vio convertirse a Saltillo en una de las ciudades más importantes y productivas del país.

Admite que no añora la época del Saltillo que conoció, esa en la que todos o la mayoría de los habitantes se conocía y se ayudaba para salir adelante. No obstante, dice que le abruma que quienes habitan el nuevo Saltillo viven a prisa y no aprecian lo maravillosa que es la capital.

Notas Relacionadas

Más sobre esta sección Más en Clasificados