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Sigue prostitución clandestina en plaza Manuel Acuña

Por Paulina Y. Jiménez

Publicado el domingo, 9 de agosto del 2009 a las 14:00


Se ha perdido el control de la prostitución en Saltillo. A plena luz del día, quienes requieran servicios sexuales en la plaza

Saltillo, Coah.- Se ha perdido el control de la prostitución en Saltillo. A plena luz del día, quienes requieran servicios sexuales en la plaza Manuel Acuña tienen una opción: con sólo 50 pesos pueden acceder a mujeres de sólo 13 años.

Quienes ocupan más de estos servicios son hombres mayores de 60 años que acostumbran estar en la plaza del corazón de la ciudad, pagando a la sexoservidora lo que pide, más 150 pesos de la habitación en el hotel Jardín, que está a un costado del lugar de encuentro.

“Sí, se las llevan de aquí; hay barato y caro desde 50 o 100, ya después hasta más caro como 200, depende la muñequita: si está bonita, buena, sí cobran otra lana”, comentó Ramón Espinoza Cárdenas, “La Cuerda de Jamé”, quien cuenta hasta con autorización de su esposa para ocupar el servicio sexual.

Depende de gustos, explican los “usuarios” que por lo que pagan está todo incluido por un tiempo de 30 minutos hasta una hora que pasan dentro del hotel. Al terminar, la regla de oro es que primero se vaya el cliente y después de un rato la sexoservidora.

Policías, boleros y gente que rodea el sector conoce de este servicio que está prohibido en el primer cuadro de la ciudad, más si son mujeres menores de edad; sin embargo, los adultos con experiencia prefieren las “macizas”, o sea las mayores de 25 años.

“Yo he conocido de unos 13 años que comienzan a trabajar aquí en la placita, se encuentran ahí, te salen. Ya como de 20 y 25 años ya son muchachas macizas, paseaditas, así es, ya una paseada es diferente a la que ya empezó”, comentó otro cliente que por las mañanas en compañía de sus amigos platica en la plaza.

Llegar a ellas es fácil preguntando, pero también la necesidad de las mujeres las lleva hasta ofrecerse sin medida ni pena a los hombres adultos de la plaza, que oscilan entre los 50 hasta 80 años de edad y que pese a los achaques siguen buscando los servicios de jóvenes, porque así lo prefieren.

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