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Una realidad más allá de la pantalla

Por Agencias

Publicado el sábado, 10 de diciembre del 2016 a las 09:00


Las redes sociales cambiaron la forma de hacer y leer el periodismo, como sucede en Siria, Venezuela y otras zonas de conflicto.

Ciudad de México.- Hacen que la información surja minuto a minuto para ser calificada y darle la vuelta al mundo o ser aplastada entre un torrente de sucesos, entre fotos de familiares, transmisiones en directo de amigos y una avalancha de memes, videos cortos, chistes y personajes con fama fugaz que intentan ser “tendencia”.

En ese terreno intempestivo también se exponen los deslices de personajes públicos, las aspiraciones políticas, las evidencias notables de corrupción y los sucesos que transforman a la humanidad, siempre refugiada en su línea de entretenimiento o indignada por una realidad que consumen al ser espectadores de lo que bombardea a sus ojos, siempre pendientes de la pantalla.

Hoy, son uno de los instrumentos masivos con más poder e influencia. Twitter, Facebook, Instagram, Periscope, Pinterest y un sinfín de plataformas proyectan un universo infinito de posibilidades al usuario. Datos, opiniones, juicios, quien no es parte, queda relegado en una espiral de silencio donde la regla dorada siempre es innovar lo efímero: renovarse o morir.

PERIODISMO DE 140 CARACTERES

“Bajo ataque. Ningún lugar a dónde ir, cada minuto se siente como la muerte. Oren por nosotros. Adiós”.

Ciento cuarenta caracteres como este son lo más cercano que existe actualmente a una crónica veraz de lo que pasa en Alepo, desde hace al menos dos años, pues en la región del norte de Siria los periodistas extranjeros son prácticamente inexistentes y ni la ayuda humanitaria ni los medios de comunicación pueden accesar.

Ese tweet lo escribió Bana Alabed, una niña de 7 años que desde finales de septiembre comenzó a publicar su vida diaria con fotos y videos, a través de una cuenta de Twitter llevada por su madre.

Conocida como la Ana Frank de Siria, Bana Alabed es una más de los 8 millones de niños en riesgo de muerte o mutilación que viven en medio de la guerra, y que atrajo la atención del mundo entero, especialmente desde que tuiteó el día que una bomba destruyó su casa y casi la mata.

La diferencia con las guerras que precedieron al conflicto en Siria es que esta no sólo pasa por los medios de comunicación principales, sino que multiplica sus fuentes al ser documentada a través de retweets en las pantallas de celulares.

‘ACTIVISMO DE SILLÓN’

Aunque los ciudadanos digitales pueden ser sinceros en sus deseos de influir en asuntos políticos y humanitarios, sus esfuerzos son equivocados si sólo se mantienen en ese estilo de denuncia. Es por eso que se ha sostenido que las campañas hechas por internet, a través de plataformas como Change.org, son incapaces de lograr sus objetivos declarados.

Los conflictos en Siria, Irak, Afganistán, África e incluso la represión y las protestas en Venezuela, Colombia se siguieron minuto a minuto. En Facebook las elecciones de Estados Unidos y la destitución de Dilma Rousseff en Brasil fueron los temas más vistos en Facebook, aunque ninguna petición en línea sobre estos temas trascendió.

Ese es el misterio que gira en torno al “slacktivism” o activismo de sillón de los millennials. Pues, ¿cómo es que el exceso de imágenes, información y datos está causando más pasividad ante la desgracia, que acción colectiva contra la barbarie?

ARMA DIGITAL DE DOBLE FILO

La Teoría de la Entropía Social afirma que entre mayor información, menos nos enteraremos de lo que pasa a nuestro alrededor. Esto da origen a un círculo vicioso propiciando un caos o desorden que altera la percepción sobre el papel de los usuarios como sujetos afectados por el contexto inmediato.

Ganó Donald Trump la presidencia de Estados Unidos, pese a todos los intentos por impedir su victoria y ahora, aunque el avance de su discurso racista se fortalece como una amenaza real para el mundo, en las redes se vocifera, pero en la realidad el silencio impera.

El cuestionado y ampliamente defendido acceso a la información carece de sentido cuando el contenido supera la capacidad de retención del usuario, quien los esquiva y fortalece su insensibilidad. (Con información de Reporte Índigo)

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