Internacional
Por AFP
Publicado el viernes, 23 de diciembre del 2016 a las 22:26
Tokio, Japón .- Una multitud nunca vista en casi tres décadas de reinado se juntó este viernes en el recinto del palacio imperial para celebrar los 83 años del emperador Akihito de Japón, tentado de abdicar.
El soberano y parte de su familia, como el príncipe heredero Naruhito, salieron unos minutos al balcón acristalado de un edificio imperial, donde fueron recibidos por miles de banderines “hinomaru” agitados por japoneses de todas las edades que gritaban “Banzai” (“Diez mil años”, que significa “larga vida”).
Como da fe el desplazamiento de unas 33.000 personas, los japoneses sienten mucho respeto por su emperador Akihito y la emperatriz Michiko, que inauguraron en 1989 una era bautizada como “Heisei” (“El logro de la paz”), humanista y humilde que ha retomado en su mensaje del viernes, centrado en los demás.
“Vengo todos los años desde su entronización, por su cumpleaños y por Año Nuevo. Desempeña su papel con tanto rigor”, afirma una septuagenaria de Tokio.
Cansado, el “Tennô heika” teme que la vejez le impida en el futuro ejercer como corresponde su papel de “símbolo de la nación”.
“Afortunadamente, actualmente estoy bien de salud pero cuando me veo declinar progresivamente, me preocupo por la dificultad para cumplir mis funciones”, declaró en un inusual discurso televisado en agosto pasado.
No pronunció la palabra “abdicación” pero los japoneses leyeron sus intenciones entre líneas, desatando un debate nacional sobre su final de reinado.
“Agradezco profundamente a todos los que prestaron atención a mis comentarios y reflexionan con distintos puntos de vista”, declaró este viernes el soberano.
Expertos divididos Los textos prevén la posibilidad de eximirlo de sus tareas (firma numerosos documentos, acoge a embajadores y jefes de Estado, acude a ceremonias, realiza viajes en Japón y el extranjero) en caso de enfermedad o discapacidad mental, pero las condiciones de la regencia son muy restrictivas.
Akihito ha expresado claramente que no quiere un término medio. Y es que seguiría siendo emperador, con lo que eso conlleva de responsabilidad de símbolo respecto al pueblo.
Además dijo que temía las consecuencias para sus familiares del protocolo de duelo cuando el emperador fallece.
Para poder zanjar el tema, el primer ministro, el nacionalista Shinzo Abe, nombró una comisión de personalidades “sobre el aligeramiento de las tareas públicas del emperador y otros temas”. Las conclusiones se esperan para el comienzo de 2017.
¿Hacia una ley de excepción? Esta segunda opción parece imponerse. Pero los conservadores temen que un cambio legal reabra el debate sobre el ascenso de las mujeres al trono, actualmente prohibido.
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En virtud de la ley por la que se rige la Casa Imperial, el emperador de Japón no está autorizado a abandonar el trono del crisantemo mientras viva.
El 90% de la población, según los sondeos, opina que hay que autorizarlo a abdicar, pero discrepan sobre cómo: una reforma de la ley por la que se rige la Casa Imperial o la redacción de una legislación especial que ofrece al actual emperador el derecho de legar su título y prerrogativas a su primogénito Naruhito.
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