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Alas para Volar; Garras para Defenderme

Por Ruta Libre

Publicado el martes, 28 de julio del 2015 a las 17:47


Aves coahuilenses en peligro de extinción.

Coahuila alberga 54 de las 392 especies de aves amenazadas o en peligro de extinción localizadas en México, cuya supervivencia depende del apoyo de familias dedicadas a su preservación, rescatándolas del propio ser humano

Por Adrián Galindo Aréchiga | Saltillo, Coahuila.- No recuerdo exactamente qué fue lo que pasó. Volaba con dirección al norte en busca de alimento. Cada día es más difícil encontrarlo, pero los asentamientos humanos me lo impiden. Estoy obligado a romper la barrera natural que nos separa; tal y como ellos lo han hecho desde siempre.

Escuché risas. Tal vez se trataba de niños que jugaban bajo los árboles. Tengo muy buena vista, Podría decirse que la mejor del mundo, pero… lamentablemente no vi venir esa bala. Me distraje un momento y me perdí. No se puede volar cuando estás en peligro.

Recibí un golpe en el pecho justo luego de un estruendo. Jamás había sentido un dolor tan intenso. Segundos después ya caía en picada. Aquellos niños que jugaban me atacaron, lanzaron piedras y patearon. Les supliqué por mi vida, pero nunca me entendieron. Tengo familia y quedamos muy pocos. Lejos de mi nido rompieron una de mis alas: me fue imposible escapar de aquellos depredadores.

LA SEXTA EXTINCIÓN

Las aves constituyen una parte fundamental e irremplazable para todos los ecosistemas que existen en el mundo, ya que de igual forma juegan el papel de presas o depredadores dentro de la cadena alimenticia de la naturaleza.

Cientos de especies alrededor del planeta se están extinguiendo. La tala inmoderada de bosques, selvas y otros espacios naturales explotados por el hombre, la explosión demográfica, la migración de las aves, la cacería furtiva y la venta de animales exóticos en el mercado negro, ha desarrollado una crisis a nivel global que, de acuerdo con los que saben, traerá como consecuencia una sexta extinción masiva de aves exóticas: teoría en la que concuerdan los ornitólogos especializados en la materia (UICN).

México no es la excepción, pues de acuerdo con la NOM 059 de la Semarnat 2010, existen 392 especies de aves bajo alguna categoría de riesgo; 152 de ellas se encuentran bajo protección especial (Pr); 126 están amenazadas en su propio territorio (A); 95 sobreviven en peligro de extinción (P); 19 aves en México posiblemente están extintas (E). De ellas 54 habitan en nuestro estado.

Las aves del semidesierto naturalmente tienen pocos depredadores, más allá de otras aves, la falta de alimento o condiciones que tienen que ver con el clima. Son especies que dependen unas de otras para sobrevivir, como es el caso del Águila Aura, que aunque no es originaria de Coahuila, durante el verano anida en los bosques de la sierra de Arteaga, donde se alimenta de liebres, conejos, roedores, carroña y de algunos insectos como grillos y saltamontes.

LEJOS DEL NIDO

En contraparte, existe un depredador más feroz que está acabando con sus vidas y con su territorio: se trata del propio ser humano.

Son personas que se dedican a cazarlas por deporte o a venderlas en el mercado negro de manera ilegal. También son niños y jóvenes sin actividades de provecho que con rifles de postas les disparan por jugar. Es gente desinformada que las ve como una plaga, que desconoce la importancia que tienen estas aves para nuestro entorno.

Localmente, estos animales se venden en forrajeras o veterinarias sin una licencia propia para comercializarlas y en algunos casos a la orilla de las carreteras. Son especies como la Cotorra Serrana Oriental, que según su tamaño, género o color, se vende desde 500 hasta 2 mil pesos, mientras que la multa por poseer un ejemplar de esta especie sin permiso, supera el millón de pesos.

Las venden a plena luz sin que a nadie parezca importarle. Las cicatrices causadas por las postas de los rifles, o de las redes se pierden entre sus plumas. Son aves con las alas recortadas que jamás volverán a volar.

Poseen garras mutiladas con las que no se pueden defender. Generalmente nunca dejan de sentir dolor, pues son obligadas a vivir en jaulas diminutas que incluso si un día lograran ser liberadas les sería imposible volar, pues sus músculos estarían contraídos por la falta de actividad.

En pleno siglo 21 aún existen personas con la creencia de que una Lechuza de Pozo o un Búho Cornudo pueden ser criados como cualquier otra mascota, mas cuando conocen sus hábitos alimenticios resultan repulsivos, pues luego de engullir a su presa aún con vida, regurgitan la piel y los huesos emanando un olor sumamente desagradable para los seres humanos.

Otros depredadores humanos las compran disecadas o por partes, como si fueran piezas de un rompecabezas. Les quitan las plumas y el pico, les cortan las garras. Usan las patas para hacer adornos. De las plumas fabrican collares y atrapa-sueños, venden sus uñas en polvo para “avivar el amor”, como un falaz producto afrodisíaco.

Pero, ¿quién es el responsable de esta masacre? Para las asociaciones civiles protectoras de los animales es la misma sociedad. Algunos grupos más radicales culpan el Gobierno y a sus instituciones. La extinción de las aves por la que pasa el mundo resulta entonces un problema que recae en estos mismos depredadores.

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

En Saltillo existe un lugar que posee la colección más grande de aves disecadas en el país; se trata del Museo de las Aves de México, con más de 2 mil 500 ejemplares que en conjunto concentran el 76% de las aves que aún vuelan dentro del territorio mexicano, así como algunas más extintas en el camino.

Es común que a las puertas de este recinto lleguen personas “bienintencionadas” con aves lastimadas, según explica el biólogo Samuel López de Aquino, coordinador del Área Científica del Museo de las Aves, mismo que fueron sustraídas de alguna manera de la naturaleza, muchas veces por el propio ser humano. Porque sus “rescatadores” son también sus captores, y ya no las pudieron mantener con ellos.

Llevan desde palomas hasta águilas y otras aves rapaces. Llegan con patos, lechuzas y correcaminos. La gran mayoría, si no es que todos, no pueden ser recibidos, pues lamentablemente el Museo de las Aves no está facultado para recogerlas.

Sin embargo, la galería tiene espacios para resguardarlas, así como personal capacitado que las puede alimentar. El museo recibe recursos públicos para su mantenimiento, y además está catalogado como Centro de Vida Silvestre, categoría que sólo reciben las Unidades de Manejo Ambiental o zoológicos en el país. Además cuenta con dos reservas naturales donde habita el 45% del total de los ejemplares de la Cotorra Serrana Oriental que aún quedan en el país, y 5 de los 120 nidos que existen de Águila Real o Águila Dorada en México.

En una de estas dos reservas también sobreviven uno pocos ejemplares del Gorrión de Worthen, catalogado por la IUCN como especie en peligro de extinción, ya que sólo quedan 500 en todo el mundo, una de las aves más raras en su tipo.

Por ese motivo, el Museo de las Aves sólo puede recibir especies de otros centros de vida silvestre facultados por la Dirección General de Vida Silvestre en México, pero nunca de la naturaleza, según afirma el especialista en aves.

Sin embargo, en uno de sus aviarios habita un ejemplar de Águila Cola Roja que aseguraron después de que fuera gravemente lastimado. El museo no está autorizado para recibir aves en dichas condiciones, pero es ir contra la ley o dejarlas morir.

En Coahuila existe una dependencia que podría intervenir de algún modo. Se trata de la Secretaría del Medio Ambiente o Sema que encabeza la bióloga Eglantina Canales Gutiérrez: una mujer de carácter templado que conoce perfectamente las problemáticas ambientales que persisten en el estado desde hace muchos años, sin embargo el control, cuidado y manejo de aves exóticas compete directamente a la Procuraduría Federal del Medio ambiente, Profepa.

La Sema por su parte se enfoca en la elaboración de campañas de prevención y concientización. Genera vínculos con veterinarios y ambientalistas que deseen cooperar con ellos de forma voluntaria. La dependencia notifica inmediatamente a la Profepa cuando detecta cualquier caso de ave exótica en peligro.

Sin embargo, enuncia Eglantina Canales, “se trata de aves que prácticamente tienen cifrado su destino, ya que ante la falta de conocimientos o maltrato que recibieron de sus captores, generalmente terminan sacrificadas sin ninguna esperanza”.

La ciudad cuenta con otro Centro de Vida Silvestre, se trata del Museo del Desierto que representa uno de los recintos temáticos más grandes en el país, mismo que alberga entre sus exposiciones pabellones de fósiles de dinosaurios, como ancestros directos de las aves, al igual que pasajes dedicados completamente a la flora y fauna coahuilense. Muchos de ellos con especies vivas.

Anteriormente se recibían animales lastimados o dañados en ese lugar. Ahora no ya no lo hacen porque no hay espacio para ellos.

La Sema se apoya en organizaciones civiles y grupos de veterinarios voluntarios que desean ayudar, pero no tienen ni el poder ni la infraestructura para hacerlo, pues no es una cuestión que tenga que ver con recursos económicos, sino con competencias.

Por ello, a nivel federal la única instancia calificada para la atención de vida silvestre en materia legal y de conservación es la Procuraduría Federal del Medio Ambiente, que regula las leyes conducentes a la protección de la flora y fauna mexicana.

La Profepa si tiene uñas y dientes: recursos federales exclusivos para el cuidado de las aves y de otras especies. La dependencia cuenta programas, personal calificado y conocimiento de las leyes, que como recursos bien encauzados podrían hacer valer los derechos que tienen estas especies.

Además de los millones de pesos en multas que podrían generarse si se aplicara la ley, la institución podría encarcelar a los depredadores humanos, asemejando de algún modo las condiciones en las que privaron de su libertad a las aves en peligro.

Pero en Coahuila son escasos o nulos los reportes sobre esta problemática. No existen denuncias sobre personas que trafiquen con aves exóticas. No hay reportes de jóvenes o niños que maltraten aves por diversión. Nunca se ha reportado que un ave malherida necesite ayuda. Podría deberse a que la gente no denuncia todos estos hechos, o a que la dependencia no está haciendo su trabajo.

Así lo confirma Raúl Xavier González Valdés, delegado en Coahuila de la Procuraduría Federal del Medio Ambiente, quien apunta que la institución que encabeza está trabajando en los temas mencionados. Sin embargo, continúa la caza furtiva, el maltrato por deporte, la venta ilegal, la retención de aves en peligro.

Habitantes del municipio de Arteaga aseguran que basta con caminar por afuera de las calles principales para escuchar a lo lejos el trinar de la Cotorra Serrana Oriental, mientras que en las noches se percibe el canto de los búhos o lechuzas. Pero no están en los árboles, son aves retenidas en jaulas por la fuerza, que no tienen otra opción.

El futuro para estos animales es incierto, ya que aunque existen dependencias de gobierno y asociaciones protectoras de animales, resulta una tarea imposible ayudar a cada una de estas aves, pues es un círculo vicioso.

“Si el Gobierno recuperara las aves retenidas por la fuerza no tendría los espacios para resguardarlas, pues no se pueden liberar de un momento a otro como pudiera pensarse, sino que requieren de una rehabilitación para reinsertase en el medio ambiente, misma que puede tomar fácilmente de tres a seis meses”.

HUMANOS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

Es el mismo ser humano que las destruye quien les devuelve la libertad. No todos son malos e indiferentes. Hay personas a las que sí les preocupa la realidad de estas especies; personas que les regalan su tiempo para verlas volar otra vez.

Todo comenzó cuando Karen y Manuel hacían su servicio social en el Museo de las Aves de México. Inmediatamente se enamoraron del proyecto. Al parecer se trata de una especie de seres humanos que también está en peligro de extinción.

Ellos forman parte de una familia que se dedica al rescate de aves mutiladas o golpeadas, que después de haber sido sustraídas ilegalmente de la naturaleza sufren toda clase de traumas, como si fuera un secuestro; especies amenazadas por el hombre.

Se trata de la familia Castro Ramírez, que desde hace más de cinco años realiza esta labor de manera voluntaria, sin importar los peligros que su labor implique.

El procedimiento es simple, ellos localizan aves lastimadas en forrajeras, a la venta, o por medio de reportes intermediarios y posteriormente notifican a las autoridades de su existencia, después de eso las recogen y valoran con un veterinario su estado de salud. Como siguiente paso las rehabilitan y alimentan por varios meses, para que una vez recuperadas puedan ser devueltas a la naturaleza. Todo dentro de su casa y con recursos propios.

“Participábamos en los recorridos con la gente, aprendimos mucho sobre las aves mexicanas, su cuidado y alimentación, su modo de reproducción. El mundo de las aves es muy interesante”, dice Karen.

“Aprendimos a respetarlas como seres vivos, ellas tienen sus propias sociedades que forman parte de nuestro medio ambiente. Si nosotros no hacemos algo por ellas, nadie más lo va a hacer”, agrega Manuel.

En su experiencia era más que insuficiente lo que el museo ofrecía para aquellas aves que llegaban malheridas a su puerta. Vivían enfadados de ver especímenes silvestres sacados de la naturaleza para convertirlas en mascotas de forma deshonesta.

Apoyados por su madre, los jóvenes comenzaron a rescatar aves pequeñas como palomas y patos, pasando por especies como el pájaro carpintero, así como correcaminos, tapacaminos, búhos y lechuzas, hasta llegar a las águilas y otras aves rapaces.

María Carolina Ramírez Ordóñez relata que el camino recorrido no ha sido nada fácil. La madre de Karen se convirtió en motor de este pequeño grupo de ambientalistas, que también incluye a Gustavo, su hijo mejor.

“Al principio no sabíamos qué hacer, así que comenzamos por documentar todo lo que hacíamos con videos, las autoridades municipales de Arteaga saben a lo que nos dedicábamos, ahora son ellos los que nos piden ayuda”, sostiene María Carolina.

Frecuentemente indaga acerca del tratamiento por el que deben pasar los animales que recibe, pero indica que las autoridades se muestran ausentes. “Están rebasadas”, dice, “existen leyes, pero no se aplican, hay multas y cárcel para quien maltrata a los animales”, pero asegura no hay eco en ninguna de sus palabras.

“Un búho por ejemplo se come un conejo grande cada tercer día, necesitan atención de veterinarios especializados, de vitaminas, a nosotros nos cuesta más de mil pesos por semana mantener a un animalito de estos, hay aves que hemos tenido hasta tres meses, y no tenemos de una por vez”, replica María Carolina.

Sin duda sus acciones son extraordinarias, no obstante los jóvenes realizan sus deberes escolares, mientras sus padres trabajan. Manuel estudia Mercadotecnia y Administración; Gustavo apenas se gradúa este año de la secundaria. Dice que le gustaría estudiar una ingeniería.

Para Karen su futuro pinta diferente. Ella sabe con precisión cuál es su destino. Quiere volar con las aves que protege. Este año ingresará a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la carrera de médico veterinario zootecnista.

“Creo que todavía hay mucho que podemos hacer por estos animales, a veces no sabemos qué quieren, no son animales domésticos, ellos no pueden hablar y decirnos qué necesitan, tenemos que interpretarlos, por eso quiero ser veterinaria”, comenta.

La familia Castro Ramírez ha liberado más de 30 aves de distintas especies y envergaduras desde que comenzaron el proyecto. También han dado asesoramiento gratuito a grupos interesados por la conservación de las aves, y actualmente es una de las pocas familias adoptivas facultadas para recibir aves rapaces.

UNA ÚLTIMA ESPERANZA

Recientemente, rescataron un ejemplar de Águila Aura (Buteo albonotatus), que según describen testigos presenciales habría sido herida por un grupo de niños que se encontraban jugando con ella mientras la golpeaban con palos y piedras, hace no más de tres meses.

“Esta ave presentaba heridas causadas con un rifle de postas cuando nos la entregó Protección Civil, lo tenemos documentado, no podía volar, tenía todas las plumas de la cola dañadas. La llevamos al veterinario, le dimos vitaminas para que pudiera volar; yo creo que sería importante concientizar a la gente que estos animales no son mascotas, y dispararles es ilegal”, describe María Carolina.

“Muchos de estos animales silvestres son sacrificados cuando los rescatan, porque requieren de atención medica o porque no tienen dónde resguardarlas; el Museo de las Aves ya no está recibiendo animales para exposición, las autoridades dependen mucho de las asociaciones civiles o grupos como nosotros para rescatarlos”, continúa.

Semanas después liberaron un Águila Roja o Gavilán Colirrojo, como se le conoce en otras partes del estado, esto cerca de los terrenos de la Universidad La Salle, en el municipio de Arteaga, donde se ubica su hábitat natural.

El ejemplar de Cola Roja fue localizado cuando unos jóvenes intentaron venderlo en 2 mil pesos, sin embargo María Carolina y sus hijos lograron su rescate luego de persuadirlos sobre el delito que cometían, además que para ese momento el animal se encontraba en muy malas condiciones de salud, y para sus captores sería difícil venderla de esa manera. La sacaron adelante y unos meses después pudo volar otra vez.

“La gente no sabe el daño que le hace al medio ambiente. Si tú quitas un águila de su medio, la naturaleza tarda más de 50 años en recuperarla, de 100 pichones que nacen sólo uno llega a la edad adulta para reproducirse”, revela María Carolina.

“En estos años hemos liberado más de 15 águilas, hubo un correcaminos que no pudimos salvar porque lo atropellaron, estaba bastante grande, pero liberamos cuatro más, también hemos rescatado búhos y lechuzas de pozo, se volvió muy común la captura de aves en esta región”, insiste.

Concluye que el proceso de liberación, cuando es posible, es algo por demás difícil, tanto para el águila como para el ser humano. Se trata de desprenderse del trabajo obtenido y el ave “se acostumbra al trato con los humanos”. Se dice que el ave pierde su sentido natural de la existencia, se enseña a comer en una pequeña jaula y olvida cómo cazar en la naturaleza.

ANTES DE PARTIR

Cada vez que libera a una de sus águilas, María Carolina se despide con lágrimas en los ojos, y eleva angustiada una plegaria que proteja del mal a estas aves. “Sería un crimen si las lastiman nuevamente”.

Luego de unos minutos retiran la cobija de la jaula y el águila vuele a ver la luz del día. Todavía no es oportuno soltarla. Un gorrioncillo alerta a su parvada sobre la presencia de la Cola Roja. La ven como un intruso. Es cruel, pero al fin parte de su naturaleza.

Mientras tanto los jóvenes colocan la jaula en posición. La madre prende su teléfono celular para grabar el momento. Después de un breve conteo abren la jaula y el águila sin más emprende su vuelo.

“Estamos haciendo lo correcto”, dice Karen notablemente emocionada. Los demás caminan algunos pasos para ver más de cerca a la Cola Roja. Este será el último minuto que tendrán para despedirse.

En ella invirtieron tiempo y recursos; semanas de arduo trabajo, noches de desvelo, pero todo valió la pena por verla nuevamente en libertad.

EXTENDIENDO LAS ALAS

Despierto y todo está oscuro y percibo un breve movimiento. Han sido días muy difíciles para mí. Tuve que aprender a comer nuevamente, a confiar en mis captores. Recuperé parte de mi plumaje y me siento más fuerte. El dolor en mi pecho ya no es tan persistente. Creo que nuevamente puedo respirar.

De pronto me detengo, y siento el pasto entre mis garras. Se hace la luz mientras miro fijamente a las personas que están a mí alrededor. Tengo mucho miedo, pero reconozco este lugar, creo que fue aquí donde hace algunos meses perdí el vuelo.

Instantes después abren la reja y de un salto me alejo rápidamente, batiendo mis alas sin mirar hacia atrás. Poso mis garras en la rama de un árbol para despedirme de ellos. De alguna manera ahora forman parte de mi familia: Me devolvieron la libertad. Ese último momento lo usé para volar.

Norma Oficial Mexicana | NOM-059-SEMARNAT-2010

De acuerdo con la Normal Oficial Mexicana 059 de la Semarnat, las especies animales se catalogan de la siguiente manera:

Probablemente extinta en vida silvestre (E)
Aquella especie nativa de México cuyos ejemplares en vida libre dentro del territorio nacional han desaparecido, hasta donde la documentación y los estudios realizados lo prueban, y de la cual se conoce la existencia de ejemplares vivos, en confinamiento o fuera del territorio mexicano.

En peligro de extinción (P)
Aquellas especies cuyas áreas de distribución o tamaño de sus poblaciones en el territorio nacional han disminuido drásticamente poniendo en riesgo su viabilidad biológica en todo su hábitat natural, debido a factores tales como la destrucción o modificación drástica del hábitat, aprovechamiento no sustentable, enfermedades o depredación, entre otros. (Esta categoría coincide parcialmente con las categorías en peligro crítico y en peligro de extinción de la clasificación de la IUCN).

Amenazadas (A)
Aquellas especies, o poblaciones de las mismas, que podrían llegar a encontrarse en peligro de desaparecer a corto o mediano plazos, si siguen operando los factores que inciden negativamente en su viabilidad, al ocasionar el deterioro o modificación de su hábitat o disminuir directamente el tamaño de sus poblaciones. (Esta categoría coincide parcialmente con la categoría vulnerable de la clasificación de la IUCN).

Sujetas a protección especial (Pr)
Aquellas especies o poblaciones que podrían llegar a encontrarse amenazadas por factores que inciden negativamente en su viabilidad, por lo que se determina la necesidad de propiciar su recuperación y conservación o la recuperación y conservación de poblaciones de especies asociadas. (Esta categoría puede incluir a las categorías de menor riesgo de la clasificación de la IUCN).

Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, en inglés: IUCN) es una organización internacional dedicada a la conservación de los recursos naturales, que define con base en sus estudios las categorías de riesgo que presentan muchas de las especies de flora y fauna que existen en el mundo.

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