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Coahuila

Carestini: A Castrato’s Story – Philippe Jaroussky

Por Joel Almaguer

Hace 1 año

El siglo pasado apenas nos dejó un registro de las voces que antaño, en siglos de esplendor contrapuntístico, en el barroco, hicieran las delicias de los oídos de innumerables personas dentro de un auditorio y, por qué no decirlo, también en la alcoba de no pocas damas de respetable reputación y dilatada y lúbrica moral.

Por supuesto que estos siglos, los del barroco, lejos están de los primeros registros fonográficos, sin embargo la tradición de los llamados castrati duró su buen tiempo bajo la protección y auspicio de la santa Iglesia católica, quien so pretexto de la alabanza al Eterno, consintió durante mucho tiempo que a las mejores voces de sus coros infantiles se les castrara para poder impedir su madurez vocal y así conservar per secula seculorum las divinas voces de los niños. O al menos hasta que la carne reclamara regresar al polvo, claro está.

Pero no es este un espacio para juzgar porque, ¿quiénes somos nosotros, hijos de nuestro siglo, con nuestros propios dilemas de lo políticamente correcto, para juzgar la cosmogonía de siglos pretéritos? Tampoco es menester hacer una apología de la nostalgia, porque, sobra decirlo, con la nostalgia uno debe de andarse con cuidado, ya que es la mejor de las falacias del anhelo. Pero una cosa es segura, la pobre y, digámoslo llanamente, deprimente grabación de Alessandro Moreschi poco o nada tiene qué ver con la de los castrati. Pero no le achaquemos al finado castrato en pleno albor del siglo 20, el haber tenido una pésima voz.

La verdad es que no nos consta, pues la grabación es de sus últimos años y seguros podemos estar de que en sus mejores años gozó de salud vocal como pocos.

¿Habrá que decir, por cierto, que los castrati estaban en pleno uso de sus capacidades físicas para rendir culto a Eros en cualquier alcoba que les abriera sus puertas y el paraíso sin la necesidad de correr riesgos salvo el de ser descubiertos por el señor de la casa? De ahí mucha de su fama también.

Pero dejémonos de dimes y diretes, que las líneas se acaban y no hemos hablado de una maravillosa voz de contratenor, que puede asemejarse a la de los castrati y que definitivamente no son castrados con o en contra de su voluntad. Maravillosa y reveladora la voz de Philippe Jaroussky en este álbum que rinde homenaje a los míticos castrados. Así que sin poder decir más, finalizo: Escuchen el Paraíso.

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