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Corte de caja

Por Javier Villarreal Lozano

Hace 6 años

Salvador Novo se impuso como tarea escribir un soneto cada fin de año. Imprimía unos cuantos ejemplares, pues los destinatarios de la corta edición eran los miembros de su círculo más íntimo. Lo selectivo de la distribución era aconsejable dado el contenido francamente pornográfico de algunos. Se diría que el compromiso autoimpuesto le pesaba algunas veces, como le ocurrió seguramente en diciembre de 1959, cuando salieron de su pluma versos donde se mezclan la sátira y la amargura: “Juguemos al pendejo, vida mía,/ verás qué divertido, cuando a huevo/ tienes que celebrar el año nuevo/ con sonetos y muecas de alegría”.

Sin el deber de componer un soneto, quienes escribimos para los periódicos parece estamos obligados a intentar un recuento –un corte de caja– del año viejo, o bien hacer predicciones acerca del nuevo asomado en el calendario desde el balcón del 31 de diciembre. Como profetizar es actividad propia de unos señores barbudos del Antiguo Testamento, lo más conveniente será espigar entre los acontecimientos ocurridos que marcaron su huella en los 12 meses anteriores.

Este agonizante 2017 nos dejó, como todos sus congéneres, nacimientos y funerales, risas y tristezas, despedidas y bienvenidas, esperanzas y frustraciones. Intentemos un apretado y fatalmente incompleto recuento.

En Coahuila, 2017 estuvo marcado por la política. Tras unas competidas elecciones y más de cinco largos meses de suspense, las autoridades electorales dieron a conocer que el sucesor del licenciado Rubén Moreira Valdez sería el ingeniero Miguel Ángel Riquelme Solís. Contra lo esperado por quienes auguraban un apocalipsis estatal, el ingeniero Riquelme tomó posesión en un acto significado por su tersura. El nuevo gobernador dio desde el primer día muestras de oficio político. De espaldas al triunfalismo, restañar heridas fue la consigna. También tuvimos la novedad de estrenar micropresidencias municipales que tendrán una duración de solamente 12 meses, aunque se teme que algunos de los alcaldes resulten como de medio tiempo, pues se dedicarán simultáneamente a administrar a los municipios y a buscar su reelección.

La política nacional estuvo igualmente muy movida. Los aún precandidatos a la Presidencia de la República iniciaron sus campañas. En busca de fortalecerse, los partidos amasaron coaliciones con objeto, además, de negar el viejo dicho de que el agua y el aceite no se mezclan. “Cosas veredes, Sancho”, vaticinaba Don Quijote a su escudero. Lo inédito en esta ocasión fue el lanzamiento de la precandidatura de José Antonio Meade en el PRI, por tratarse de un hombre que nunca ha sido priista, mientras en la esquina contraria se armó una coalición –mazacote, la consideran algunos– de dos corrientes históricamente irreconciliables.

En el mundo de la cultura, 2017 fue con todo merecimiento del escritor Julián Herbert, cuyo volumen de cuentos Tráiganme la Cabeza de Quentin Tarantino incluyó El País en su lista de los mejores 20 libros latinoamericanos aparecidos en el año por fenecer. Otras publicaciones, entre ellas Forbes, dedicaron a Julián comentarios laudatorios. Asimismo, resulta destacable la ratificación de Ana Sofía García Camil como secretaria de Cultura, decisión del gobernador Riquelme bien recibida por una comunidad de suyo difícil de complacer.

Pero el espacio se acaba y solamente me resta desearles lo mejor para el inminente 2018.

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