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Coahuila

Edgar Allan Poe

Por Joel Almaguer

Hace 4 años

La influencia que ha tenido la literatura hacia la música es innegable. Podemos recordar cómo grandes poetas como Goethe, Heine o Gautier inspiraron a músicos como Schubert, Brahms o Berlioz. Esto por citar solamente tres autores, pero la lista es enorme y daría para un capítulo entero de El Vértigo de las Listas, de Umberto Eco. Y no solamente en la poesía, cuyos versos son como agua fresca que las musas dan de beber a quien se acerca sediento de lirismo e inspiración, es donde los compositores buscan la inspiración.

También en la novela y el cuento. Basta recordar Las grandes óperas basadas en la literatura: Fausto, de Charles Gounoud, por ejemplo, sobre la obra de Goethe; Macbeth, de Giuseppe Verdi, basada en la arrolladora obra de Shakespeare; Eugenio Oneguin, de Tchaikovsky, sobre la obra de Aleksandr Pushkin; El Amor de la Tres Naranjas, de Prokofiev, sobre la obra de Carlo Gozzi… Y la lista puede seguir, casi inagotable.

Pero existen obras musicales que, si bien están basadas en obras literarias, no son necesariamente óperas u obras vocales. Tal es el caso de los poemas sinfónicos o la música programática, aquella que busca provocarnos imágenes a partir de un título sugestivo o relacionado con alguna obra literaria. Y así como la literatura es capaz de hacernos vivir innumerables mundos, la música lo hace otro tanto más. Podemos experimentar desde la felicidad hasta la cólera o la desesperación pasando por la expectativa de nuevas emociones, de fantasías llenas de seres mitológicos que convertidos en música, nos llevan de la mano por mundos fantásticos.

Tal es el caso de Edgar Allan Poe, quien ha influenciado a compositores con sus cuentos grotescos, macabros, misteriosos. La Caída de la Casa Usher, por ejemplo, sirve de inspiración a Claude Debussy en su, por otro lado, lamentable ópera inacabada. André Caplet, excelente músico y compositor, íntimo amigo de Claude, compuso Conte Fantastique: una obra emocionante llena de misterio y emoción que basada en La Muerte de la Máscara Roja, nos arrebata durante 17 minutos. Per Norgard sucita, sobre esta misma obra, una alucinante pieza dentro de Hedda Gabler que merece la pena cada segundo de esos poco más de dos minutos de duración.

El polémico Florent Schmitt, digno heredero del impresonismo de Debussy, nos ha legado El Palacio Encantado, obra orquestal descriptiva que cautiva desde sus primeros acordes, y que se inspira en el poema que está dentro de La Caída de la Casa Usher.

Y la influencia de Poe sigue sobre tantos otros compositores, pero las lineas se terminan. Basten estos ejemplos para ir a nuestra biblioteca y, acompañados de esta música maravillosa, leer las obras hoy citadas.

Que lo disfruten.

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