Cuando un político llega a ocupar un cargo por la vía democrática, es decir, por medio del voto de los ciudadanos, lo que se espera de él es que se ponga a trabajar por el bien de todos, sin distingos partidistas ni compromisos de ninguna índole.

Es lo que quizás, quienes votaron por quien hoy gobierna nuestro país, creyeron que sucedería.  Sin embargo, muchos de ellos, se han dado cuenta que se equivocaron al darle la confianza a un individuo que ha mostrado su verdadero rostro desde el primer día que asumió el poder y que durante el tiempo que lleva en palacio nacional, no ha dejado de estar en campaña.

Las campañas deben dejarse atrás para iniciar una nueva etapa, la de demostrar que se está preparado para ocupar el cargo para el que se postuló y para el que fue electo.  Además, estar siempre consciente que estará desempeñando ese puesto por un tiempo determinado y no pretender eternizarse en el poder, tal y como está sucediendo con AMLO.

Desde el momento en que le fue colocada la Banda Presidencial a quien hoy gobierna, debió estar consciente del alto honor que significa portarla.  Además de que ese privilegio conlleva enorme responsabilidad, al tener que velar por los intereses de todos los mexicanos a los que deberá de rendir cuentas claras de su actuación. 

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la misma que prometió defender, cumplir y hacer cumplir las leyes que de ella emanan, se ha violentado a tal grado de pretender destruir instituciones. La Suprema Corte de Justicia de la Nación desea destruirla mediante difamaciones a sus ministros; por supuesto a quienes no obedecen las órdenes absurdas de quien se siente dueño de todo y de todos.

Juicio político para quien se oponga a sus deseos -aún con la ley en la mano- y elevar de rango a quien se arrastra ante quien ostenta el poder.

México no merece gente destructora; este gobierno nos está dejando un país en pésimas condiciones.  

Un país gobernado desde el odio, la venganza política, la ineptitud, el desprecio a la vida humana, a las instituciones, a nuestras leyes y lo peor, el entreguismo de territorio a quienes hoy se han multiplicado peligrosamente: las bandas criminales. 

Y todo ¿por qué?  Por la ambición de poder, de perpetuarse en un trono imaginario el precio que sea.

Estamos pagando todos, un precio muy elevado por la soberbia, ignorancia y maldad de quien gobierna y sus aliados.

La venganza política llevó a la cárcel a Rosario Robles.  Los años de encierro en una prisión al ser víctima de una infamia ¿quién se los devolverá? Nadie, por supuesto.

Como no habrán de devolverle la vida a las personas que interrumpieron sus tratamientos. Les negaron el derecho de curarse y al avanzar la enfermedad, murieron.  Los niños con cáncer fueron víctimas inocentes de una de las mayores infamias de este régimen, que fue capaz de regalar nuestro dinero, el dinero de los mexicanos, a gobiernos de dictadores y dejar desprotegidos a los de casa.

Se desaparecieron fideicomisos con pretextos absurdos; vacunas y tratamientos no estuvieron al alcance de todos ¿y así desean continuar en el poder?

Se cancelaron obras, como la del proyecto de un nuevo aeropuerto internacional.  Se elimina un buen proyecto, solo por venganza política, para construir otro, por capricho.

Asaltos, secuestros, asesinatos en carreteras, donde a los delincuentes no hay quien los detenga.  Pérdidas millonarias para transportistas y estrés y angustia ante un trágico desenlace para quienes se ganan la vida, arriesgándola.

En cuestión de seguridad estamos cada vez peor.   Los menores que están siendo armados en una comunidad de Guerrero, continuarán su entrenamiento por disposición de los adultos.  Están hartos de los criminales y dispuestos a defender su patrimonio ante la indiferencia y abandono de las autoridades. 

¿Así desean continuar en el poder? Si donde gobierna MORENA se ha extendido la violencia.  Y se indignan cuando desde el extranjero se hacen señalamientos de los nexos de un gobierno con mafiosos.

No cabe duda de que el daño está hecho a un país maravilloso como el nuestro.  A sus instituciones, a la niñez en salud, educación, libertad y tranquilidad.  

Y qué decir de la infamia que se está cometiendo en contra de elementos del ejército.  Nuevamente son detenidos los 8 militares que hace una semana salieron de prisión.  Ellos fueron supuestamente señalados por un “testigo protegido” que no es más que un verdadero delincuente.  Fueron acusados de haber participado en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, lo cual se probó que fue falsa la acusación y que fue un grupo delictivo el que se los llevó.

Que no pretendan engañarnos, se ha tratado de desprestigiar al ejército para cubrir la participación de verdaderos delincuentes.  ¿Quién o quiénes están detrás de esta infamia en contra de los militares? ¿Por qué se permite?

¡Ya basta! de difamaciones y de distractores.  No causen más daño con su resentimiento, odio y maldad a gente inocente, a las instituciones y al país.