Probablemente habrá escuchado, y tal vez de alguien muy cercano a usted, alguna de las siguientes frases: “estoy harto, quiero vivir”; “el cubrebocas me ahoga”, o esa muy contundente: “yo puedo hacer lo que me dé la gana en mi casa, y si quiero hacer una fiesta, con 30 personas, puedo hacerla”.
Pues sí, son espacios de libertad, son decisiones muy personales, una visión de enfrentar el momento, pero lo notable de estas posturas es que son precisamente las que alimentan el contexto del que se quejan. Sí, son las omisiones, el ignorar los protocolos, el aglomerarse lo que mantiene vivo al Covid y al montón de sus mutaciones.
Estarán muy hartos, pero las cifras oficiales del momento de la pandemia nos dicen que esto está lejos de acabar. Tomemos un lapso, pequeño, solo tres días: del martes a jueves 2 mil 932 nuevos contagios en Coahuila y 85 decesos. Y en Saltillo, en este mismo lapso, mil 199 contagios y 16 fallecimientos. La capital ratifica hoy su estatus de epicentro de la pandemia en el estado.
No se trata de preocuparse, se trata de ocuparse y el hecho de que el Covid haya matado a 85 coahuilenses en solo 72 horas, entre ellos a 16 saltillenses, no es algo que podamos ignorar.
Así que “quiero vivir”, bueno, pues si realmente quiere vivir tendrá que cuidarse y cuidar a su círculo cercano, tendrá que ser responsable y no solo en términos personales o familiares; tendrá que ser socialmente responsable, ya que, de lo contrario, pues simplemente estará alimentando precisamente lo que lo tiene harto.
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