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Coahuila

Feministas y mexicanas

Por Dalia Reyes

Hace 6 años

Los libros con personajes humanos siempre son una protesta. Es una falacia que un autor sea tan capaz como para deslindarse de sí mismo cuando se da a la tarea de procrear a alguien con sentimientos y emociones.

Las narradoras latinas sirven bien para ejemplificar este razonamiento; de entre ellas, las feministas; de entre ellas, las mexicanas. Pongamos atención en el progreso literario de sus escritos y encararemos recurrentemente una historia propositiva, de liberalismo femenino con intervalos de una soledad decidida y mesurada. La segunda etapa consiste en generar párrafos entre los que trasluce una inconformidad indecisa porque toda la ansiada liberación resultó que no era el fin sino el camino para llegar ¿a dónde? Bueno, me parece que la meta era volver al principio, ponerse de nuevo en medio de ese mundo monstruoso dominado por lo masculino y tratar, una vez más de entender el rol de la mujer de modo que nos deje satisfechas luego de ese peleado viaje por entre la diatriba de encontrar la jerarquía superior hembra-macho.

Hay una tercera etapa: la protesta abierta, desgarbada, incontrolable, pues la liberación femenina entre las letras consistió en un viaje circular. Las personas y los personajes acabaron en el mismo sitio de partida y sin que nada sea más claro al final que en el principio.

En conclusión, todas las mujeres que escribimos sobre asuntos de género –pero todititas- siempre acabamos escribiendo de mujeres. Y es que nadie encontró ya las respuestas a pesar de tanto cotilleo en foros y pasillos. Al final de la vida sabemos que todo ha sido una búsqueda inútil y estamos como en el arranque, en busca del entendimiento que nos pueda explicar exactamente cuál debiera ser la función femenina en este mundo cuyo nombre tiene una “m” frente a sí en todos los diccionarios.

La mujer protagonista en “Vivir la vida”, de Sara Sefcovich, me hizo pensar en todo esto asunto. No, en realidad no fue aquella, sino esta. La autora, venerada entre las feministas, describe en 200 páginas cuánto una vida completa de mujer puede pasar entre la indecisión y las veleidades de los otros. Es una fantasía, una exageración… una protesta a fin de cuentas contra una sociedad que no deja decidir a las mujeres, aunque a veces parezca que sí.

Mi dilema es que no puedo caer en la cuenta de esto: ¿En qué consiste el viaje feminista? A menudo me parece una huida para desafanarse del problema; luego, pasadas dos o tres novelas, enfrentar la realidad. No hay queja en todo esto: las letras feministas me han entretenido sobre manera, mas cuando pienso en las autoras, gastadas en la insistencia, solo deseo que, ya de vuelta, hayan disfrutado el viaje.

([email protected])

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