Sabemos que la vida tiene principio y fin. Esta frase hace que me refiera, a manera de epílogo, a un periodo existencial que nos ha tocado vivir en los últimos años, con dos gobiernos concatenados y emanados de la misma fuente, que fraternalmente unidos lideraron a la entidad manteniéndose en la cima investidos de una fuerza que impidió que nadie desviara sus decisiones, pues de lo contrario la respuesta traería al desobediente el destierro político, o la expulsión de su nombre de la lista de las percepciones salariales, tuviera o no razón, pues la disposición del que ordenaba se debía cumplir íntegramente en tiempo y forma.

Ese estilo de conducir el poder público dio la impresión de haber sobrepasado a grupos de poder, que aunque no pertenecen a la estructura gubernamental tienen peso específico, logrando imponer su criterio y voluntad, situación que forzó que esos grupos guardaran una saludable distancia basada en la prudencia, a fin de que no se endurecieran las relaciones y se provocara una desvinculación.

Por fortuna como seres pensantes tenemos memoria y por ende poseemos la capacidad de discernir, de comprender cuando nos dicen la verdad o cuando nos mienten.

Reconocemos que hubo avances significativos a pesar de los pocos recursos económicos, pero también reconozcamos que el crecimiento del Estado pudo haber sido en mayor grado si hubiéramos contado con el cuantioso dinero derivado de la contratación de créditos, mismos que se siguen amortizando sin que sepamos su destino.

En fin, ¿Cuál es el saldo de la actuación gubernamental aquí en Coahuila que correspondió a los dos sexenios unidos por la misma sangre? ¿Hubo exceso de poder político? ¿Cómo se visualiza el humor social? ¿La plataforma está bien anclada para que despegue la siguiente administración pública?

Mientras recordemos a Leoncavallo en el final de su ópera Payasos cuando dice: “la commedia e finita” “La comedia se acabó “

Se lo digo EN SERIO.

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