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Coahuila

La gran inundación de 1954 –I parte-

Por Otto Schober

Hace 3 años

Esta catástrofe llegó a Piedras Negras 56 años después de la inundación de 1889 y 22 años de la ocurrida en 1932, donde esta última era tan solo un simple recuerdo.

Este nuevo desastre fue de mayores proporciones que las anteriores, sembró el pánico, el dolor y la miseria, pero en esta ocasión se palpó la voluntad de los ciudadanos, el sentido de responsabilidad de las autoridades, y la hermandad y generoso rasgo de quienes, guiados solo por un sentido de humanidad, tendieron su mano amiga a los damnificados en los momentos difíciles.

Dos días antes la población había sido advertida de que un fuerte golpe de agua provocaría una inundación en la ciudad y que en el sitio donde se ubica la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, el nivel del agua subiría un metro.

La población se mostró incrédula hasta que las aguas invadieron la ciudad el 28 de junio.

La inundación se inició a las 6 de la tarde, las aguas ingresaron por la parte norte en el bordo de contención y por las Adjuntas en el sur, pero los pronósticos se quedaron cortos, pues del metro que se pronosticaba, las furiosas aguas subieron en esa parte de la ciudad casi 5 metros.

De las poblaciones de Del Río, Eagle Pass y Laredo, Texas, de Nuevo Laredo, Tamaulipas y Ciudad Acuña en Coahuila, Piedras Negras fue la más afectada. La totalidad de la mancha urbana fue cubierta por las aguas del río Bravo.

Las autoridades tuvieron que luchar desesperadamente para rescatar a familias enteras que no habían querido ponerse a salvo cuando tuvieron tiempo, el agua arrastró río abajo las casas, enseres domésticos, animales y personas. Los troncos de los árboles que fueron derribados se introdujeron a algunas casas causando daños considerables.

Hubo infinidad de actos heroicos, en donde varias personas arriesgaron sus vidas para salvar las de otros, pero solo muy contados fueron reconocidos y condecorados por las autoridades.

Al día siguiente, el día 29, la ciudad estaba completamente incomunicada y semiarrasada, sin luz ni agua potable, ni los servicios más indispensables quedaron indemnes, todo cambió de fisonomía, como si en vez de inundación se hubiese registrado un terremoto sobre la ciudad y sus pacíficos ciudadanos.

Cuando el líquido elemento bajó, la ciudad había cambiado totalmente, la sólida estructura del puente urbano internacional tuvo que ser dinamitado para evitar que los daños fuesen mayores, al formarse represas en él.

Varias toneladas de lodo y cieno con un nauseabundo olor provocado por los cadáveres de personas y animales que se encontraban sepultados en él, invadía las viviendas, sus calles, plazas públicas.

Los habitantes con la desesperación en los rostros, buscaba afanosamente entre las ruinas de sus hogares a sus seres queridos, cientos de personas recorrían las calles entre el lodo y la inmundicia requiriendo la presencia de sus seres queridos.

Mañana, presentaremos la conclusión: Después de la inundación.

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