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La intimidad sexual, más allá de la cama

Por Cecilia Rosillo

Publicado el miércoles, 3 de junio del 2009 a las 15:14


La mayoría de las personas creemos que intimidad se reduce a una relación íntima, pero va mucho más allá

La mayoría de las personas creemos que intimidad se reduce a una relación íntima, pero es mucho más que simple sexo

Claro que tienes intimidad sexual con tu pareja, mantienes una relación sexual muy satisfactoria y sus encuentros eróticos son súper cachondos.

Eso sí, de tus problemas laborales y tus sentimientos no sabe nada, tampoco te interesas mucho por sus conflictos en la chamba, cada uno tiene su privacidad y sus propios planes que a veces coinciden y a veces no.

Cuando pensamos de esta manera estamos equivocados, en una relación así no hay intimidad. La intimidad sexual siempre es confundida con el encuentro sexual; es decir, con el momento de las caricias, la desnudez y por supuesto, el coito. Pero en realidad va mucho más allá.

Tener intimidad con otra persona es conocer las cosas fundamentales de su vida privada, sin interferir o manipularlas. En otras palabras, saber de sus miedos, sus fracasos, sus errores y también de sus deseos, fantasías, gustos, placeres, displaceres…

Cuando una persona se siente en verdadera confianza con otra, suele dar muestras de intimidad, ésta además no puede ser exigida. La intimidad en la pareja es parte de un proceso de conocimiento y crecimiento mutuo, que respeta al otro como individuo pero lo acepta como compañero de vida.

LA INTIMIDAD NO TIENE SEXO

Muchos amigos son íntimos, y no es porque tengan sexo, sino por el grado de confianza y tipo de información que maneja uno del otro. Estos amigos, muchas veces, saben más de nosotros que nuestros padres, hermanos o parejas y es porque en ellos hallamos, además de confianza y empatía, la posibilidad de ser escuchados sin ser juzgados.

Intimar con nuestra pareja es trabajo de dos. Reconocer hasta dónde hemos intimado con ella, nos da la pauta para saber qué tan profunda y sólida es la relación. Si sabemos que nos juzgará, criticará y pondrá en tela de juicio nuestras acciones, difícilmente hablaremos de cosas importantes con ella, aunque la diversión en la cama sea de primer nivel. En una relación así, la intimidad se reduce al mero conocimiento físico de un cuerpo.

EL MEJOR EROTISMO

Mientras más información tenemos de una persona más fácil es entregarse al juego sexual. Si conocemos cómo siente y piensa, es más fácil sentirnos con la libertad de hacer e innovar en el terreno sexual.

Los juegos sexuales son más plenos cuando no estamos bajo la lupa, esperando ser aprobados o bien, evitando que nos juzguen.

Para ello, debe existir una comunicación abierta y honesta de ambas partes. Decir clara y sinceramente las cosas ayuda sexualmente a tener una mejor relación. Por ejemplo, decir: “no me gusta el sexo oral” no significa que la pareja sea un mal amante, es expresar una preferencia erótica que tampoco indica “aquí se hace lo que yo digo”.

En muchos casos, lo que en un momento de la vida no nos gustaba o satisfacía, en otros puede ser muy gratificante. Saber que la puerta a todas las expresiones eróticas está abierta, nos ayuda a no limitarnos y esto sólo lo logra la intimidad sexual de una pareja.

TOMA NOTA

Chismosear puede contribuir a reducir el estrés y la ansiedad, reveló un estudio en Estados Unidos que vincula una hormona femenina con el comportamiento social y el estado de ánimo de las mujeres.

Se trata de la progesterona, que fluctúa con el ciclo menstrual y que, junto con los estrógenos, contribuye a la formación de los caracteres sexuales secundarios femeninos. La razón del “chismorreo sano” es que sentirse emocionalmente cerca de un amigo sube los niveles de progesterona, reduciendo la ansiedad y el estrés, según el estudio, de la Universidad de Michigan.

La investigación apunta a la progesterona como “posible parte de la base neuroendocrina para la vinculación social en los seres humanos” , según la doctora Stephanie Brown, su autora principal.

Investigaciones anteriores habían revelado que mayores niveles de progesterona aumentan el deseo de vincularse con otros, pero el estudio actual demuestra que la vinculación con otros aumenta los niveles de esta hormona.

El estudio también vincula los incrementos de la hormona con una mayor voluntad de ayudar a otras personas, algo que, según la doctora, ayuda a entender mejor el comportamiento humano.

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