Desde el siglo I a.C., hasta principios del el siglo 19 d.C., se utilizó una red terrestre y marítima desarrollada por chinos, por la cual, además de transitar militares, la recorrían comerciantes quienes trasladaban vidrios, telas, metales preciosos, mercancías elaboradas y por supuesto la seda, cuya elaboración era un secreto chino, de ahí que esta red de tránsito y comercialización se le conociera como la ruta de la seda.
Estos caminos terrestres y rutas marítimas lograron unir el comercio, de casi todo el mundo, ya que para 1565, una de estas rutas incluía cruzar por la Nueva España, hoy México.
Desde hace casi 10 años, en 2013, el Gobierno chino desarrolla una nueva ruta de la seda, para poder comercializar y agilizar el comercio de muchas zonas del orbe.
Con este proyecto, el gigante asiático logrará conectarse, vía terrestre, con Europa hasta París, con una ruta que incluye Rusia, Pakistán, Afganistán, Turquía y más. Por el medio marítimo está logrando controlar una vía para poder llegar a África, Medio Oriente y América Latina, en la cual aprovecha no solo para establecer puntos de comercio, sino hasta bases militares, específicamente en los océanos Índico y Pacífico.
Actualmente en este proyecto comercial, económico hasta cultural y militar, participan 139 países, incluidos 13 de América Latina. El Gobierno de China, con este megaproyecto de globalización, ha logrado crear una zona económica, en la cual, durante 2021, se comercializaron 6 mil billones de dólares norteamericanos, en la cual la suma de estas economías equivalen casi a 50% del PIB y 80% de la población mundial.
La nueva ruta de la seda logrará reducir los tiempos de traslado de las mercancías en 12%, y según datos del Banco Mundial, dicha ruta será de lograr que el comercio en el mundo se incremente en 10 por ciento.
Es cierto que hay países y gobiernos que ven en esta “nueva ruta de la seda” una estrategia para que el Gobierno chino llegue a todos los rincones del planeta, logrando así incrementar su poderío, militar, económico y político en el mundo, sin embargo, lo que busca realizar China es algo muy parecido al Plan Marshall, por supuesto con toques asiáticos y sin intromisión de Estados Unidos.
Pareciera que la globalización continúa, y parafraseando al viajero Marco Polo, les aseguro: “y no os conté ni la mitad de lo que vi”.
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