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Las dificultades del 2018, una gran oportunidad

Por Silvia Guadalupe Garza Galván

Hace 6 años

El gran Winston Churchill lo dijo sabiamente: “el pesimista ve una dificultad en cada oportunidad, el optimista ve una oportunidad en cada dificultad”. Este año que concluye ha sido uno de nutridas quejas, empezando por el “terrible” Donald Trump hasta terremotos, gasolinazos, la inseguridad que no termina y la rampante corrupción de esa clase política que tanto daño sigue haciendo a nuestro país. Creo que es momento de ver los retos que tenemos enfrente como una oportunidad y no como problemas.

Empiezo por el ámbito internacional. Para todos aquellos que piensan que Donald Trump es un “outlier”, utilizando un término muy estadunidense, que con suerte pasará pronto a la historia, les tengo una noticia: no lo es. Es más bien el representante de una clase política estadunidense que con toda precisión lo ha llevado a la Casa Blanca y está redefiniendo todo el quehacer político, diplomático, social y económico en ese país y en el mundo.

Es muy ingenuo pensar que Trump es algo así como un “chivo en vidriería” con el que las élites estadunidenses no pueden lidiar. Con Trump se está reconfigurando la arquitectura institucional heredada desde la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuál es el principal reto y oportunidad en el ámbito internacional para México en un escenario donde Estados Unidos claramente regresa al viejo “stick and carrot”? A corto plazo está la decisión de diversificar nuestras oportunidades comerciales a nivel mundial, independientemente del resultado que se obtenga en la famosa “modernización” del TLCAN. México debe madurar y ver al mundo más allá de Estados Unidos y esto abre enormes oportunidades. No se trata de desligarse de Estados Unidos, sino de sumar otras vías que nunca hemos explorado. Piénsese en las oportunidades en Asia, desde China hasta el Sureste Asiático, Japón y la India. Las oportunidades que se abren en el Consejo de Cooperación del Golfo (Pérsico) y por supuesto América Latina que por años hemos dejado al margen. Y ello obliga a pensar cómo puede México destacar por la vía de la innovación y el emprendimiento, y no sólo como proveedor de materias primas y trabajo barato.

En lugar de lamentar el cambio de orientación comercial que Estados Unidos está impulsando con México y con el resto del mundo, veamos las oportunidades que se abren con los espacios que Estados Unidos deja atrás. Y esto requiere de una visión de país muy distinta a la que hemos fomentado en los principales foros mundiales: México debe dejar de verse como un país neutro en el sentido de ser indiferente en política o que se abstiene de intervenir en ella. Se requiere un país con voz clara y propositiva que abra nuevos espacios de oportunidad a sus habitantes en Estados Unidos y el resto del mundo.

Igualmente, en el ámbito interno. El desastre de país que está dejando Peña Nieto y toda su clase política representa un verdadero reto para plantear políticas públicas totalmente diferentes. Resignarse a resanar un sistema viejo y obsoleto, como nos lo propone el actual gobierno, sería igual que no ver más que una o dos marcas de autos por la calle. Y no es así. Ya lo dijo Gabriel Zaid en su excelente ensayo La Propiedad Privada de las Funciones Públicas: “la corrupción moderna es una simulación colectiva, es la mentira instituida como forma de vida pública, es la mentira institucional: no corrompe contratos individuales sino el mismísimo contrato social”. Y esto es lo que hay que cambiar: la errónea idea de que la corrupción, el mal gobierno y hasta sus malos funcionarios son insalvables e insustituibles. No es así. Estos días en que he participado activamente en el cambio de gobierno de importantes alcaldías en mi querido Coahuila he podido constatar el fervor de ver el futuro de México con optimismo y lleno de oportunidades. Ese entusiasmo es muy esperanzador y se contagia. ¿Dónde está la regla de que sólo podemos crecer 2%? ¿Que la única solución a la hacienda pública endeudada que hereda Peña Nieto es apretando el cinturón de millones de mexicanos que ya viven en la miseria? México puede y debe crecer por otras vías, pasando por las que fomentan un estado de derecho, un régimen democrático y una provisión de ingresos dignos derivados de la innovación y educación.

Y no olvidemos que a veces las cifras no revelan con franqueza la realidad: podemos crecer alto, pero mal distribuido. Podemos generar cientos de millones de dólares de inversiones extranjeras, en sectores que no generan innovación y riqueza. Podemos ufanarnos de ser democráticos, pero sin la garantía de un estado que asegure e el derecho a la prosperidad. Y no se trata de colores partidistas solamente. Ya lo dijo Deng Xiaping cuando iniciaba la construcción de la China moderna: “no importa si un gato es negro o blanco, siempre que atrape ratones”. Él se refería al debate de si China debería ser capitalista o comunista. Pensemos y apliquemos en México: de que sirve definirse de un color político u otro, si al final no se dan los resultados. Lo importante para México es plantear ¿qué queremos de México? Y lo que tenemos son más oportunidades que problemas.

Nos leemos la próxima semana. ¡Muchas gracias!

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