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Coahuila

Lieder eines fahrende Gesellen

Por Joel Almaguer

Hace 1 año

Canciones de un camarada errante, es el título de este primer ciclo de lied del compositor Gustav Mahler que se remonta hacia 1885. De hecho es el mismo compositor quien deja constancia de esta composición cuando le escribe a aun amigo diciéndole: “He compuesto un ciclo de lieder, seis hasta el momento, todos dedicados a ella. Ella no los conoce. ¿Qué pueden decirle que no sepa ya? Los lieder se supone que representan a un camarada errante, herido por el destino, que va por el mundo, avanzando al azar”.

La mujer a quienes fueron dedicados no era Alma Mahler, fue mucho tiempo antes; la misma Alma nos lo dirá en un libro que escribió sobre los recuerdos de Mahler. Los lieder fueron escritos por Gustav luego de una lectura del Des Knaben Wunderhorn, y serían cuatro los que finalmente compondrían el primer ciclo. La obra es para orquesta y voz, aunque existe una versión para piano realizada por Mahler y no se sabe a ciencia cierta cuál fue compuesto primero, pero se da por hecho, que la versión orquestal es la primera. Tiempo después, Arnold Schöneberg, músico respetado por Mahler, realizará una versión para orquesta de cámara.

Ya desde este primer momento podemos ver los motivos que cubrirán la obra de Mahler, los temas folclóricos que lo influencian, el uso particular de los metales y las cuerdas y por supuesto la presencia continua de las marchas fúnebres. Pero no es necesario caer en sentimentalismos para interpretar esta obra, de hecho es el mismo compositor quien sugiere tener mesura en la interpretación de la obra y Dietrich Fischer-Dieskau comprenderá esto cabalmente cuando interpreta la obra.

Las emociones que impregnan cada una de las canciones del ciclo son bien claras. Al inicio, Cuando mi Tesoro Celebra su Boda, el errante se lamenta tristemente del sino que le ha tocado vivir, mientras observa la naturaleza vibrante de cada y color, haciendo un contraste con su desdicha; en Esta Mañana Caminé por el Campo, nuestro personaje se ha despertado de buen humor y le sonríe a la vida; en Tengo un Candente Cuchillo, la ira y la negación de la paz desatan la tormenta interior y finalmente Los Dos Ojos Azules de mi Tesoro son una marcha fúnebre que camina hacia la nada. Un final que se desvanece. Una obra completa en sí misma y cuyo cuarto tema usará más tarde Gustav Mahler en el tercer movimiento de su primer sinfonía.

 

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