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Meade ya derrotó a Ricardo Anaya

Por Ricardo Alemán

Hace 6 años

La ola expansiva del “fenómeno Meade” ya cobró a sus primeras víctimas.

Por eso –porque ya se convirtió en un poderoso fenómeno político electoral– el candidato del PRI pretende ser descalificado no por sus méritos y menos por el acierto de su postulación como “candidato ciudadano”, sino porque, dicen, fue producto del “dedazo”. ¿Quiénes son las primeras víctimas “del fenómeno Meade”?

1.- La primera víctima se llama Frente Ciudadano por México, el mayor esfuerzo aliancista que han emprendido en años las fuerzas antagónicas del PAN y PRD y que –precisamente a causa del dedazo de azules y amarillos– da tumbos sin posibilidad alguna de éxito.

2.- El Frente Ciudadano es la primera víctima porque –como aquí lo explicamos ayer– el PRI le arrebató a los frentistas” no sólo el eslogan de “ciudadano”, sino que en los hechos presentó como candidato a un verdadero candidato ciudadano, a José Antonio Meade.

3.- Más aún, si comparamos al candidato del PRI con la mayoría de los aspirantes presidenciales del bloque de los “independientes”, resulta que Meade es aún más independiente y ciudadano que Margarita Zavala, exmilitante del PAN; que Jaime Rodríguez, exmilitante del PRI, y que muchos otros que han militado en el PRD, en Morena y en otros partidos.

4.- Pero acaso el  primer precandidato que prácticamente fue mandado a la lona con el destape de Meade es el jefe del PAN, Ricardo Anaya. ¿Por qué? Porque Anaya presumió la construcción del Frente Ciudadano sin tener nada de ciudadano. Por eso el jefe del PAN está obligado a dejar su lugar a un ciudadano. ¡Claro, si quiere ser congruente”

5.- Dicho de otro modo, resulta que cuando el PRI decide postular como su candidato presidencial a un no priista y a un político no militante y sin antecedentes de partido, no sólo le arrebató la idea de ciudadanizar las elecciones al PAN y al PRD, sino que los obliga a ir más arriba en una propuesta capaz de convenza a los electores; una propuesta que no implique candidatos con militancia.

6.- También por eso, de golpe y porrazo, el destape de Meade no sólo descalificó las ambiciones de Ricardo Anaya, sino que coloca como candidato natural del Frente Ciudadano a un ciudadano que no milita ni el PAN ni en el PRD, llamado Miguel Mancera.

7.- En efecto, Mancera es el precandidato presidencial más beneficiado del destape de Meade. ¿Por qué? Porque, como también dijimos ayer aquí, es producto de un ejercicio idéntico al que convirtió a Meade en candidato presidencial.

8.- Pero el número de damnificados por el fenómeno Meade va más allá. Por ejemplo, no es casual que el precandidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, haya arreciado su furia discursiva contra el exsecretario de Hacienda, a quien calificó de “pelele” de la mafia del poder. No le dio para más, frente a un servidor público, que no un político, que es más austero que Obrador y verdaderamente congruente con su “honestidad valiente” .

Y es que López Obrador puede gritar mucho, insultar y difamar todo lo que guste y mande, pero no tuvo, ni tendrá, argumentos para descalificar a Meade. Por eso el destape de Meade enojó a Obrador y a su claque.

Pero tampoco tiene elementos para cuestionar a un ciudadano, sin militancia y sin compromiso partidista, que ya le pisa los talones en las encuestas. Y es que a 4 días del destape del candidato del PRI, ya se coloca como segundo en las encuestas.

En realidad, lo que fue el mejor candidato presidencial para el PRI, en el otro extremo se convirtió en el peor adversario de Morena y de su dueño, López Obrador.

9.- Pero tampoco es casual que, en la desesperación de muchos que auguraban el desmoronamiento del PRI al arranque de la jornada electoral de 2018, muchos hayan decidido utilizado el recurso discursivo del “dedazo” de la liturgia priista –durante el destapa a Meade–, como si se tratara del pecado capital. ¿De verdad es un pecado capital?

10.- Los hechos demuestran que no. ¿Lo dudan? ¿Cuántos de  los primo votantes conocieron, por ejemplo, el “destape” de Colosio? ¿Cuántos de los jóvenes que podrán votar el 1 de julio, han visto una diferencia entre el destape de Meade y el agandalle de Ricardo Anaya y de Alejandra Barrales?

¿Cuántos ven una diferente real entre el destape de un ciudadano, como José Antonio Meade, y el autodestape de un expriista –surgido de las catacumbas de lo peor del PRI– como AMLO.

Lo cierto es que el “fenómeno Meade” ya cobró muchas víctimas.

Al tiempo.

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