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Coahuila

Nada que ver con Trump

Por Marcelo Torres Cofiño

Hace 3 años

El Gobierno federal apostó todas sus canicas a la reelección de Donald Trump y perdió. Hace unos días, Joseph R. Biden asumió la Presidencia de los Estados Unidos, lo que inevitablemente supondrá un cambio de rumbo en el devenir de las relaciones bilaterales.

No se trata en exclusiva de la reacción natural del nuevo inquilino de la Casa Blanca a la descortesía del Mandatario mexicano que fue, como sabemos, uno de los últimos en el mundo en reconocer su victoria electoral. Se trata, además, de la previsible intención del nuevo Presidente estadunidense de desmarcarse del populismo que caracterizó a Trump y que ofrecía un escenario de intercambio entre políticos que, aunque tenían diferentes ideologías, sostenían maneras muy similares, llenas de demagogia.

Biden es un político sensiblemente más capaz que Trump, mucho más preparado en los asuntos gubernamentales y con más claridad con respecto a los intereses norteamericanos relacionados con México. Será, para decirlo coloquialmente, un hueso duro de roer. Alguien que no buscará apalancarse de la popularidad de su colega mexicano para quedar bien con el electorado latino, como evidentemente hacía Trump, quien con toda claridad utilizaba a López Obrador a su antojo.

A la mirada simplista y simplona de Trump, que compartía plenamente con el Gobierno mexicano, la va a sustituir una perspectiva más calculadora que sabrá hacer uso de las reglas establecidas en el T-MEC para presionar a México, buscando aparecer como un elemento conciliador entre quienes se sienten lesionados por la elevada presencia de inmigrantes ilegales y quienes buscan una salida más humanitaria. Aquí tratarán de mostrar algunas medidas como “logros de la 4T”; pero allá todo estará movido por el interés de impedir que los más radicales vuelvan a hacerse del poder.

Por otra parte, es altamente probable que comencemos a ver, cada vez más, discrepancias en materia de seguridad pública. Las críticas a la DEA por parte del Mandatario mexicano pueden ser interpretadas como la primera reacción a ese cambio visible en la política estadunidense. Habrá un endurecimiento de parte del vecino país del norte, principalmente con respecto al combate a la delincuencia organizada. Ahora sí se mostrarán duros cada vez que se libere a un criminal.

Pragmático como es, Joseph R. Biden no dará reversa a aquellas medidas implementadas por Trump que sean de real utilidad para los intereses de su Gobierno. Todo lo contrario, las sostendrá sin tener que asumir el costo político de su creación, bajo el argumento de que sale peor desmontarlas. Allí veremos que el cambio de régimen en los Estados Unidos no significa derrumbar el muro, sino sofisticar su expansión.

En ese tenor, México será más presionado para utilizar la Guardia Nacional para contener a los migrantes de este lado de la frontera. Veremos que no habrá concesiones, menos aún, cuando fue el propio Gobierno mexicano el que se colocó en una posición muy desventajosa para negociar.

Pinta pues un panorama difícil en el futuro próximo de las relaciones bilaterales. Ojalá y, por el bien del país, quienes están al frente de la diplomacia mexicana comiencen a hacer bien lo que les toca, y que convenzan a Biden de que la “T” de la 4T no tiene nada que ver con Trump.

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