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Coahuila

Por la borda…

Por Oscar Pimentel

Hace 2 años

A contracorriente de quienes se sienten con la obligación de apoyar al actual Gobierno federal por los apoyos económicos que reciben a través de alguno de los denominados programas sociales y de quienes se dejan llevar pasivamente por la propaganda oficial, muchos nos sorprendemos de la burda manipulación de datos falsos y mentiras con las cuales se pretende calificar de avances el grave retroceso que vive el país en todos los frentes.

Echar a México por la borda se califica como una transformación que erradicará los peores vicios de nuestra vida pública y desatará las fuerzas del desarrollo equitativo, la prosperidad y el bienestar. Nada más absurdo y falso.

La información verificada –con origen en las propias fuentes oficiales– sobre el estado en que se encuentran los temas que más preocupan a la población es contundente. Uno de ellos es el relativo a la seguridad pública.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU) que levanta trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en julio de 2021, 66.6% de la población mayor de 18 años considera que vivir en su ciudad es inseguro. El Instituto para la Economía y la Paz, que elaboró el Indice de Paz México 2021, señala que en el país se ubican las cinco ciudades más violentas del mundo y que durante los últimos cinco años los homicidios dolosos se incrementaron 84%, los delitos con arma de fuego se duplicaron, la delincuencia organizada creció 40%, el narcomenudeo 125%, la violencia familiar 64% y el abuso sexual 60 por ciento.

En los primeros 31 meses de la actual Administración federal se habían cometido 72 mil homicidios dolosos, 75% más que en el mismo periodo del Gobierno federal anterior. Tan solo en mayo, conforme a los datos de la propia Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, se tuvo una de las cifras más altas de homicidios con 2 mil 963, lo que representa un promedio de 95 muertes por día. Una situación de violencia extrema e impunidad que se alienta desde el Gobierno y deja fundadas razones para sospechar de complicidad y, en consecuencia, tolerancia acordada.

Ciertamente, nadie duda de que una estrategia para combatir de fondo el problema de la inseguridad es focalizar acciones en sus causas como la pobreza y la desigualdad social, la educación, la violencia intrafamiliar, el atraso cultural, entre otras, pero suponiendo que ya hubiese políticas publicas definidas para atender de manera efectiva estos problemas (que no las hay), el Estado no puede declinar su responsabilidad de combatir con toda su fuerza a quienes atentan contra las leyes, la seguridad y la tranquilidad de los mexicanos. Menos transigir y avenirse a sus condiciones, como lo ha hecho el Gobierno federal.

La seguridad pública es una de las bases primordiales para el bienestar de la población. Por ello, mientras no se adopte una estrategia clara y se definan acciones en conjunto con los gobiernos locales, será muy difícil que se logre avanzar. Y la seguridad es también un factor preponderante de la certidumbre que reclaman las inversiones y la actividad productiva. Sin seguridad no hay competitividad, no hay nuevas inversiones ni más empleos, ni mejora en el ingreso, ni bienestar.

Desconocer todo esto de manera deliberada y echar las campanas al vuelo, afirmar que prevalece un clima de paz y de progreso, y que avanzamos en una transformación histórica, es pura demagogia e irresponsabilidad. La verdad es que desde el Gobierno federal se trabaja para terminar de echar al país por la borda. Es mucho lo que tenemos qué hacer para evitarlo.

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