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Procesos electorales en las universidades públicas del país

Por Federico Muller

Hace 1 mes

“Llega el momento en que el silencio es traición”.
M. Luther King

 

Las universidades públicas del país tienen diferentes formas de elegir a sus rectores, las más comunes han sido, a través del dictamen que pronuncia la Junta de Gobierno, a favor de un aspirante, la cual se integra por reconocidos profesores de la comunidad académica, que generalmente nombra el Consejo Universitario de la propia institución.

Desde ya hace varias décadas la UNAM usa ese modelo electoral; posteriormente también otras universidades lo retomaban y adecuaban a sus necesidades, para que tutelara el proceso de cambio de sus autoridades rectorales, como la UANL. Cabe señalar que algunas universidades estadunidenses desde finales del siglo 19 ya lo utilizaban, es un paradigma antiguo.

Otra manera de decidir qué persona ocupará la Rectoría es mediante la decisión que emita el Consejo Universitario, conformado por alumnos y maestros, que por votación designa a determinado candidato. La presidencia del mismo, la ejerce el rector saliente.

La Universidad de Guadalajara, que es la que concentra la mayor cantidad de alumnos después de los centros de enseñanza afincados en la Ciudad de México, sigue con algunos matices ese proceso para nombrar a su rector por seis años, sin posibilidades de relegirse.

Y, finalmente el modelo que se sustenta en la votación universal, secreta y directa de estudiantes y maestros adscritos a la comunidad universitaria. De las más de 40 universidades del país, la mayoría se ha inclinado por el Consejo Universitario, y la forma menos demandada ha sido la del voto directo, a lo sumo dos o tres universidades continúan ejerciéndola, adecuándola a sus prácticas y estatutos.

Entre esta selecta minoría de planteles, quizá la legislación electoral más diáfana y legítima por los ideales sociales que perseguía, y que sin duda era la respuesta estudiantil a un régimen político autoritario, fue la que diseñaron los estudiantes y maestros de la Universidad Autónoma de Coahuila entre 1973 y 1975, periodo en que consiguió su autonomía del Gobierno del Estado, diseñó su forma de Gobierno y eligió su primer rector por medio del sufragio universal, directo y sin ponderación, es decir sin distinguir asimetrías entre los electores, el voto de un alumno y profesor tienen el mismo valor o peso en su participación en la contienda electoral.

Práctica electoral que ha mantenido por más de 50 años (1973-2024), a lo largo de ese tiempo las modificaciones que ha tenido el estatuto universitario en materia electoral han sido marginales.

Ese tipo de Gobierno “democrático”, que no hace “acepción” de personas en el derecho al voto, sorpresivamente se ha sostenido, a pesar de la apertura y alternancia política del país, por varios factores.

Solo dos de ellos: 1.) La estructura académica de la Institución y 2.) La participación mayoritaria de los alumnos en el proceso electoral.

1.) Si la Universidad ofrece a la comunidad estudiantil: preparatoria, pregrado y posgrado, es casi una constante que los alumnos de preparatoria hagan ganar al candidato “inducido”, o simplemente aquel, que consideren puede llegar a satisfacer sus demandas académicas más sentidas, o por lo menos sus votos pueden inclinar la dirección que tomará la contienda electoral.

En un estudio que se realizó en México, y publicó en 2011 la Revista Perfiles Educativos 131, a cargo de tres investigadores de la UAM y UNAM, se pudo constatar que en las universidades el voto de los preparatorianos osciló entre 32% y 60% del total de los votos emitidos en la jornada electoral.

Esa misma tendencia prevaleció en las pasadas elecciones, para elegir rector en el trienio 2024-27 en la UAdeC. El voto de los jovencitos fue casi unánime a favor del candidato único, y con muy pocas abstenciones, poco faltó para que se agotara el padrón electoral de cada prepa.

Sólo por citar algunas escuelas de la Unidad Torreón. IDEA, 93.2%; Preparatoria Venustiano Carranza (PVC) 97%; Agua Nueva (San Pedro, Coahuila) 84.6% y el Instituto Manuel Muñoz Olivares (Matamoros, Coahuila) 96.3 por ciento.

De una elección de antaño, se recuerda con un dejo de sorpresa, que se desvanece con el devenir del tiempo, como se llevó casi de la mano a los grupos de alumnos de las diferentes secciones del Ateneo Fuente, y los trasladaban al Paraninfo, en donde las autoridades habían colocado estratégicamente las urnas, para que libremente ejercieran su derecho al voto.

2.) El otro factor, ha sido las asimetrías que privan entre los “convidados” al proceso de elección. Se estima que en promedio 90% de los votos proceden de estudiantes y el resto de profesores.

Hubiera sido mucho pedirles a los arquitectos de la autonomía universitaria de la primavera del 73, que pensaran también en el derecho que tienen las minorías, el claustro de profesores con una mayor madurez cívica, a ser proporcionalmente representados, para que el proceso electoral fuera menos dispar.

Algunos de los integrantes del movimiento pro autonomía, atrincherados en el sótano de la Escuela de Ciencias Químicas, además de soportar la presión gubernamental, tenían que resolver, que iban a comer al día siguiente, y en el pago a la señora de la casa de asistencias.

Algunos de aquellos muchachos recordarán cuando Pablo Reyes Dávalos (q.e.p.d.), miembro del comité de lucha, degustó todos los volovanes, que eran parte del platillo preparado para el baile de novatos de la escuela.

Las anteriores líneas se pergeñaron con la ayuda de la alumna, egresada y maestra de la Escuela de Ciencias Químicas, María Angélica Domínguez. Casi lo olvidaba, y primera fémina aspirante a la dirección de la escuela.

 

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