Si afirmara que fue premeditado, mi nariz crecería al triple y no tendría argumentos buenos para fundamentar mi dicho. Fue una decisión repentina cuyas consecuencias han ido tomando forma en los últimos nueve años: No era mi intención ordenar el caos.
Supe de la seriedad del caos mucho tiempo después, al mismo tiempo cuando me enteré lo poco que requiere mi ayuda para entrar en orden, porque si de organización se trata, el caos se las trae. Como sea que el nombre se conserva, el tema se me ha vuelto afición y tratar de comprenderlo, un vicio; tal vez mi inclinación por ello estaba prevista ya, porque todo, incluido este texto y la lectura que usted hace son cosas predeterminadas.
De todas las lecturas que hasta ahora he realizado –algunas en grado de intento- para comprender cómo y por qué las cosas en nuestro derredor sucede, se mueven o se comportan de tal manera, el libro “La fórmula de Dios” aporta la explicación más viable para quienes no somos conocedores de la matemática profunda, la discreta y la indiscreta. Compartiré con ustedes el ejemplo que da Manuel Noronha, uno de los personajes, para explicar, sin enloquecernos, cómo es que la teoría del caos sostiene que todo está predeterminado, aunque no sea determinable.
“El caos rige nuestras vidas. Imagina que te metes en el coche y, antes de arrancar, la solapad e tu saco se engancha en la puerta. Labres la puerta, acomodas la solapa y cierras; todo en cinco segundos. Cuando llegas a la esquina, un camión llega y te atropella; resultado e eso, quedas parapléjico por el resto de tu vida. Esa es la Teoría del Caos: estaba predeterminado que te engancharías, porque te pusiste mal el saco y eso sucedió porque estabas de mal humor. Despertaste así porque dormiste poco, y dormiste poco porque te acostaste tarde y eso sucedió porque tenías trabajo por hacer… Todo es causa de todo y provoca consecuencias que se vuelven causas de otra consecuencia”.
Hasta ahí, todo parece asequible. El problema resurge cuando de tanto irnos para atrás en las causas de cada consecuencia, nos encontramos sin respuestas. Así las cosas, todo estaría predeterminado, somos nosotros los que no podemos determinar lo que ya está ordenando; nosotros somos el caos.
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