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Transar ‘legalmente’

Por Jorge A. Meléndez

Hace 6 años

Todos sabemos el pesadísimo lastre que representa la corrupción en México. Dependiendo de la fuente, costaría entre el 2 y 10% del PIB. O sea, entre 387 mil y 1,933,000 millones de pesos (mdp) anuales.

Una barbaridad. Imagine, en 2018 el presupuesto de egresos para defensa nacional, educación pública y desarrollo social suma 462 mil mdp. ¡La corrupción costaría hasta tres veces más!

Tanto cochupo se explica en parte por un sistema de gobierno lleno de trabas y discrecionalidad. Un coctel venenoso que aprovechan los funcionarios tramposos para generar el ambiente perfecto para que la transa sea la norma.

Estamos llenos de trampas en todos lados. Y sobre todo en un gasto público que no rinde en parte por mecanismos que idean los corruptos para robar impunemente. Para transar legalmente.

Precisamente me llegó un claro ejemplo que ilustra cómo pueden estar operando los corruptos. Fascinante y aterrador.

Una licitación reciente de Pemex donde se inscriben nueve consorcios. Primer filtro, requisitos administrativos. Facilón, pasan todas.

Segundo filtro, pruebas de laboratorio para verificar que funcione el proceso químico que se vende a la paraestatal. Aparentemente un procedimiento profesional: notariado, laboratorios reconocidos, etc. Sólo hay un “pequeño pero”: la decisión es oscurita. Pemex decide solito.

¿Y entonces? A pesar de no ser novatos, todos tronaron. salvo un consorcio liderado por una empresa europea. Obvio, hubo irregularidades: tengo un documento que detalla 22. Pero falta el tercer filtro: el concurso económico. Y como diría Cantinflas: ahí está el detalle del posible chanchullo.

No es un contrato pequeño: casi 5 mil millones de pesos en 3 años. ¿Cómo se decide? Gana el que ofrezca el mayor descuento. ¿Qué cree que pasó si sólo quedaba un participante?

Oh, casualidad, el descuento fue el mínimo requerido: un irrisorio 1% del valor del contrato. Algo natural: ¿para qué ofrecer más si no hay competencia? Lo triste es que una de empresas que concursó me dice: “podríamos haber ofrecido hasta 20% de descuento”.

Trágico. Un proceso “legal” sospechoso. Si el contrato puede ser rentable con 20% de descuento, ¿cuánto alcanza para repartir si la diferencia con el ganador en 3 años es de 950 millones de pesos?

Bueno, a veces ese reparto ni siquiera tiene que ser por debajo de la mesa: ¡también puede ser legal! Por ejemplo, parece que el contrato actual de Pemex de este servicio incluiría honorarios de “servicios de consultoría” por 5 millones de pesos mensuales, con nombres y apellidos de 20 personas.

Si a todos los asesores les tocara un monto proporcional, serían 250 mil pesitos por mes. Nada mal, ¿no? OJO, no digo que este tipo de pagos sean necesariamente cochupos. Pudieran estar justificados. Pero mi punto es que en métodos como estos puede esconderse la fórmula para corromper al gastar nuestra plata.

Porque no todos los políticos rateros serán tan burdos como Javier Duarte (y muchos otros). Y será mucho más difícil atrapar al “tramposo legal”. A fin de cuentas, “todo está en orden”.

Todos estamos de acuerdo en algo: México necesita acabar con la corrupción.

El primer paso (en esto tiene razón Andrés Manuel) es que todos los funcionarios pongan el ejemplo. Y luego castigar al político ladrón que robe en despoblado. Es una vergüenza que ni siquiera lo hagamos y tengamos que ver cómo a grandes pillos (Borge, Yarrington, etc.) los investigan y hasta detienen fuera de México.

Pero eso no será suficiente. También hay que cerrar la puerta a miles y miles de “robos legales” en el gasto público. En Pemex (su nuevo director Carlos Treviño, por cierto, supervisaba compras, claro que puede poner el ejemplo) y en todos los niveles de Gobierno.

Insisto, cortar la corrupción será una labor de ingeniería gradual y no de “honestidad valiente” u otra palabrería rápida. Si el diablo está en los detalles, en ellos será precisamente donde por fin podremos erradicar este tremendo cáncer que tanto daño le hace a México.

Posdata. Sombrío panorama: TLC en veremos, AMLO como posible presidente y el país con desventaja fiscal para atraer inversiones. Ni hablar.

En pocas palabras: “Prefiero fallar con honor que ganar haciendo trampa”, Sófocles.

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