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Coahuila

Trío para piano de Claude Debussy

Por Joel Almaguer

Hace 3 años

La evolución artística de un compositor se puede constatar con regularidad. Desde autores como Haydn o Beethoven, o Arvo Pärt ya en este siglo. Y no solamente en el arte musical, en la pintura suele ser mucho más evidente esta evolución o descenso a los mundos interiores de la creatividad, la locura o la enfermedad.

Lo que caracteriza a un autor, lo que lo identifica, suele revelarse con el paso del tiempo. Salvo excepciones notables como Mozart o Johan Sebastian Bach, a quienes escuchamos e identificamos casi inmediatamente. Más al primer genio que al segundo, y no por motivos de grandeza o genialidad, sino porque simplemente Mozart siempre se deja ver claramente en su obra.

Estos dos compositores fueron de una grandeza desde siempre. Otros, tuvieron que pasar por diferentes etapas hasta encontrar su propia voz. No negando su talento y evidente genialidad, compositores como Schoenberg, o Liszt o Debussy, el que escuchamos esta semana, hubieron de pasar por un crecimiento que fue transformando poco a poco su sonido, justo hasta encontrar aquello que los mantenía en constante búsqueda, así como una terca y apasionada creatividad.

Claude Debussy vivió un mundo convulsivo, cambiante. La tecnología ya miraba hacia el futuro, hacia coches, máquinas que vuelan y que nos enseñan en las escuelas. La exposición universal en París hacia finales de siglo reunió a creadores, entre ellos a Debussy quien conoció ese mundo que se vislumbraba. Ahí conoce el gamelán, la orquesta típicamente indonesia. Esos sonidos de mundos nuevos, de ensoñaciones, fueron parte de lo que buscaba Claude en su música.

En el piano no tardó en imitar estos sonidos. El carácter y sonido típicamente debussyniano no se muestra, sin embargo, en su obra temprana. Un ejemplo es su trío para piano en sol menor, que compuso a sus ardientes e impetuosos 18 años. Y fue durante sus viajes de verano con Nadezhda Von Meck, la mujer con quien Tchaikovsi tuvo una relación epistolar de poco más de 13 años.

Este trío nos muestra el ímpetu creador de un joven Debussy que tenía 18 años y aparentaba 16, según la propia Nadezhda. Las cuerdas y el piano se arrojan por senderos turbulentos y enérgicos. En el piano, por momentos, podemos escuchar destellos de lo que sería el Debussy que todos conocemos, aún así, es imposible darse cuenta que en este trío para piano estamos frente a Claude de France. Un genio que vibra desde su juventud y persigue la trascendencia hasta alcanzarla. Que lo disfruten.

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