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Publicado el lunes, 28 de diciembre del 2009 a las 16:00
Monclova Coah.- Alrededor de mil personas despidieron ayer a Elsa y Ana María López de la Torre, en un funeral sin precedentes, cuyo cortejo de más de 250 vehículos alcanzó casi tres kilómetros de largo.
A las 11 con 15 minutos de la mañana de ayer partió el cortejo fúnebre de capillas Marsan Pape al panteón Jardines del Recuerdo, donde los cuerpos de ambas mujeres fueron inhumados.
Las muestras de dolor y apoyo que se vivieron durante el duelo fueron muchas; Heriberto y Diana, hermanos de las víctimas, y sus sobrinos Laiza, Lesem Cruz López y Neftalí e Israel López Mata, nunca fueron dejados solos; amigos, parientes y cientos de gentes estuvieron con ellos.
Acogidos en las manos de Dios, los familiares de las víctimas de tan inhumano crimen despidieron a éstas orando.
Fortalecidos en la fe de que habrán de regresar Elsa y Ana María para entrar al Reino de Dios, mitigaban el dolor de su partida.
Desde temprana hora de la mañana la funeraria ubicada sobre el Bulevar Pape y Tamaulipas en la colonia Los Pinos, se llenó de un mar de gente que afligida asistió para el último adiós de las dos mujeres y para apoyar a los hermanos de éstas, que no se explican por qué este asesinato doble y sin sentido.
El cortejo inició a las 11 de la mañana con 15 minutos, y desde media hora antes patrullas y elementos pedestres de Tránsito Municipal se apostaron en el lugar para coordinar, y en su momento, cerrar la circulación del bulevar para la procesión.
Seguridad Pública Municipal informó que antes de perderse la cuenta de los vehículos que participaron en la marcha contabilizaron más de 200, y otros cincuenta más se adelantaron al panteón.
Jardines del Recuerdo acogió a Elsa y Ana María en su última morada, y recibió para el último adiós a las dos mujeres, a cerca de mil dolientes, entre amigos, familiares y vecinos.
Para despedir a ambas mujeres, tan estimadas por la sociedad, Julián Pérez, amigo de la familia López de la Torre desde la niñez, dio un pequeño discurso de agradecimiento a todos los presentes y los ausentes, que se sumaron a la pena de los deudos.
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