Aída Sifuentes
El pasado sábado, a la edad de 98 años murió en Torreón el profesor José Ángel Ramírez Vallejo (1 de agosto de 1919-12 de diciembre de 2017), pilar del ajedrez coahuilense y de la Comarca Lagunera.
Gran promotor del deporte ciencia, dispuesto siempre a instruir a todo aquel que tuviera la inquietud de aprender. Le sobreviven con gran pena sus hijos, nietos, bisnietos y decenas de generaciones de ajedrecistas que por casi un siglo recibieron sus pacientes y desinteresadas enseñanzas.
El profesor José Ángel luchó desde su infancia contra el prejuicio –del México posrevolucionario– de que el ajedrez no era un juego apto para niños. Como los grandes genios, aprendió por su cuenta y desde entonces se convirtió en un evangelizador del pensamiento. Llevó el ajedrez a las mentes de miles de niños, jóvenes y adultos.
No se limitó a sólo compartirlo con sus hijos, sino que se convirtió en el padre intelectual de muchos al dar clases en diversas instituciones como la Casa de la Cultura, la casa Perey-ra, el Instituto Ho Math and Chess, la Universidad Iberoamericana y el Icocult (ahora Secretaría de Cultura), entre muchas otras.
La pérdida del maestro Ramírez Vallejo es irreparable, pero su legado vivirá por siempre sobre los 64 escaques, donde gobernó como un rey, quien aun en el final de la partida no se da por vencido, y sigue avante demostrando su fuerza e imponiéndose a los obstáculos. Tal como ese rey que acompaña al humilde peón en el final, y no lo abandona hasta verlo coronado, el profesor José Ángel fue un gran maestro, acompañante y guía. No es sorpresa, por tanto, ver en La Laguna a distinguidos medallistas nacionales como el CM David Rodríguez, Francisco Rivera, Javier Solís Herrera, todos ellos sus alumnos.
En ajedrez hay una sutil regla que distingue a los novatos de los profesionales: no se puede capturar al rey. Aunque “jaque mate” significa “el rey ha muerto” es ilegal capturar la pieza y retirarla del tablero, pues a pesar de que la partida termine, no hay manera de extinguir el reinado.
Las lecciones y consejos del profesor Ramírez Vallejo pasarán de generación en generación entre quienes tuvieron la dicha de ser sus alumnos y las nuevas generaciones que aprenderán de estos ajedrecistas, en una herencia intangible e invaluable, pues no hay regalo más grande que el conocimiento.
Lo despedimos con todo el honor que merece un monarca, y con la seguridad de que seguirá vivo en cada partida, pues todos los ajedrecistas coahuilenses, de manera directa o indirecta, aprendimos de él. Quien no sólo nos enseñó a mover los trebejos, además dio ejemplo sobre cómo trabajar con pasión, dedicación y tenacidad.
Descanse en paz el profesor José Ángel Ramírez Vallejo.
Viva el rey.
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