Piedras Negras, Coah.- Un ejemplo de trabajo e inteligencia, un hombre que enseñó a sus hijos a pensar, a cuestionar, a tener sentido del humor, a no frenarse por lo que piensen los demás y a que se puede perdonar si se quiere.

Así es como destacaba hasta hace unas semanas su hija al entrañable ingeniero Rodolfo Rodríguez Ramos, quien fue excelente como padre, esposo, hijo, hermano, maestro y trabajador.

Nació el 23 agosto 1951 en Piedras Negras, Coahuila, hijo de don Rodolfo Rodríguez Puente y doña Melchora Ramos Charles.

Fue el hermano mayor de Modesta, Maricela, Paty, Ismael, Carmen Yolanda y Rodolfo.

Era un niño tranquilo, pero tenía algunos ratos inquietos, siempre con una gran sonrisa que le caracterizó toda la vida.

Inició sus estudios en la escuela primaria Modelo, para posteriormente entrar a la secundaria Benito Juárez y luego a la vocacional del Politécnico en la Ciudad de México.

Siempre tuvo mucha afición y pasión por la radiodifusión, por lo que tras terminar la vocacional en el Politécnico, ahí mismo decidió realizar sus estudios como ingeniero en Comunicaciones y Electrónica.

Mientras estudiaba conoció a una joven que se convirtió en el amor de su vida, Alejandra Almaraz, con quien decidió contraer nupcias hace 46 años, un 16 de diciembre, para después trabajar en Chrysler de México en un puesto gerencial.

En la Ciudad de México, nacieron sus dos hijos, Karina y Rodolfo, quienes fueron su total adoración desde el primer momento en que supo que sería papá.

Fue en 1983 cuando decidió regresar a su tierra natal para estar más cerca de la familia, tener mayor tranquilidad, lejos del bullicio de la capital del país, donde sus hijos pudieran crecer en la ciudad que lo vio nacer.

Entró a trabajar al CBTIS 34, donde fue jefe de servicios escolares y fue maestro hasta jubilarse de muchos jóvenes, a quienes guió y compartió sus conocimientos en diferentes materias como Matemáticas, Física, Electrónica, Computación, Inglés, entre otras.

A la par de impartir clases, su pasión por la radio lo llevó a ser el ingeniero principal de radiodifusoras como La Rancherita del Aire y otras, como las de la familia Elizondo, para las cuales trabajó.

Su hijo enfatiza que siempre estuvo con su familia y de acuerdo a palabras del propio ingeniero Rodolfo, los momentos más felices de su vida fueron en todo momento con su progenie.

A veces era juguetón, pero siempre muy sincero, apegado en todo momento a su adorada esposa Alejandra y conviviendo con sus hijos, como si fueran sus mejores amigos.

Para todos lados iba con su esposa y trataban igualmente hacerlo en familia, como cuando estaban más chicos.

Tuvo una nieta, Mariana Villanueva Rodríguez, quien también fue su adoración.

Hace tres años se jubiló del CBTIS 34, dejando un gran legado de enseñanza en varias generaciones de estudiantes, muchos de ellos hoy profesionistas.

Le gustaba mucho la música, sobre todo las “oldies”, canciones principalmente de los años 60 y 70.

Aunque era ecléctico respecto a la música y podía escuchar desde música clásica, hasta la bossa nova.

Era también un hombre que gustaba leer mucho, investigar sobre diferentes temas que nutrían su conocimiento, como historia universal, economía, política, entre otros.

De las mayores enseñanzas que dejó en sus hijos y en muchas personas, fue el disfrutar la vida al máximo.