El domingo fui a comer con una pareja de jóvenes estudiantes de medicina y sicología. Durante la comida hablamos acerca de muchos temas y cuando nos trajeron el café, les pregunté cuál era su opinión acerca de Claudia Sheinbaum. La primera en contestar fue ella, de 22 años, universitaria de sicología, muy informada y con muchos deseos de entender lo que pasa en nuestro país.
–No me explico cómo Claudia no se ha deslindado de López Obrador. Esto es algo que no habla bien de la primera mujer que llega a la Presidencia.
El presidente López Obrador “nunca se rindió ante la presión, nunca se vendió a los poderosos, nunca se apartó de sus principios. (…) Se han empeñado en separarnos, en que rompamos. Su objetivo no es otro más que el de acabar con el movimiento de transformación, que nos dividamos. Pero eso no va a ocurrir. (…) Entre 2018 y 2024, 13.5 millones de mexicanas y mexicanos salieron de la pobreza. Ese logro, aunque quieran, no lo podrán borrar, ni las campañas de odio, ni la mentira, ni la calumnia. Es un hecho irrefutable”. Arrancó Claudia Sheinbaum con estas palabras en su primer informe el domingo pasado en el Zócalo.
Por su parte, el joven aspirante a médico intervino y dijo en un tono escéptico: “Por más que digan lo contrario, en este Gobierno sigue la corrupción, ya ves lo corrupto que resultó Adán Augusto López Hernández”.
“La honestidad no es la excepción, es la regla. Y quien traicione al pueblo, quien robe al pueblo, enfrenta la justicia. El poder no es para enriquecerse, es para servir con humildad. Los recursos públicos son sagrados y se le devuelven al pueblo en derechos, en programas del Bienestar y obras estratégicas para el desarrollo nacional”.
–Ya ves a los hijos de López Obrador. ¿Qué te pareció Andy, haciendo sus compras en la boutique Prada, la más cara que pudo encontrar?, apuntó la sicóloga.
“Se terminó la era en el Poder Judicial del nepotismo, de la corrupción y privilegios, y comienza una nueva era de legalidad y de justicia para todas y para todos. Un verdadero estado de derecho”.
–Guadalupe, no hay medicinas. Aunque digan lo contrario, no sabes los casos de desesperación que escucho todos los días por parte de los padres, me dijo con una voz triste el estudiante de medicina.
“Creamos las Rutas de la Salud para garantizar que los medicamentos lleguen al último rincón del país. Me informan que estamos al 90% de abasto en el nivel primario y secundario de la salud”.
Lamenté que la pareja se escuchara tan pesimista. A pesar de que habíamos empezado la comida en un tono festivo, al hablar de la realidad del país se advertían muy desesperanzados.
–¿Tú escuchaste el informe?
–Sí, les dije.
–¿Y qué opinas?
–Les voy a compartir cuatro impresiones: 1) Sentí el lenguaje sencillo y llano. Eso permite que opere una cierta rendición de cuentas con una ciudadanía que no tiene por qué entender de tecnicismos, 2) la Presidenta de plano no se salió del guion y por eso no parece haber conectado mucho con el público. Es cierto que aún no consigue los dones de AMLO, 3) por eso da la impresión de que el voto duro de Morena representado por la muchedumbre de acarreados confía en ella nada más porque la puso AMLO, pero no parece tener aún una relación propia con este voto duro y 4) no me gustó que la Presidenta no hablara del terrible problema de corrupción del huachicol y de los morenistas corruptos que tiene su partido pero por su nombre.
–Por eso, ¿tú le crees? Yo no. me reiteró la sicóloga.
Me quedé pensando un momento y le contesté:
–Yo tampoco.
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