Coahuila
Hace 4 meses
La ciudad susurra un ritmo diferente cuando sus calles se vuelven senderos para nuestros pies. El paso del peatón es un suspiro de libertad, un recordatorio de que el asfalto puede ser un lienzo para la exploración y el descubrimiento. En el Día Internacional del Peatón, nos detenemos a escuchar el latido de la ciudad, a sentir el pulso de la vida en cada esquina sin ser relegados por quien maneja a gran velocidad, y a celebrar el arte de caminar como una forma de habitar el mundo.
El Día Internacional del Peatón surgió como respuesta a la vulnerabilidad del peatón. Tras décadas de urbanismo centrado en los automotores, surgieron movimientos de derechos a la ciudad, campañas de seguridad vial y estudios de movilidad que mostraron que la vida florece cuando se concede prioridad al caminante. Así, el día se convirtió en una plataforma para exigir mejores aceras, cruces más seguros, iluminación adecuada y límites de velocidad que hagan que los paseos no sean una aventura peligrosa, sino un hábito cotidiano. No se trata sólo de un día; es una invitación a repensar la ciudad como un lugar de encuentro, de salud y de dignidad para quien camina:
– A nivel mundial, la cantidad de muertes por accidentes de tránsito es de aproximadamente 1,3 millones cada año, y los peatones constituyen una parte significativa de la cifra.
– Los peatones representan entre un 20% y un 25% de las muertes por tráfico en todo el mundo.
– Los riesgos no son homogéneos: las áreas de mayor vulnerabilidad suelen ser cruces sin semáforo, intersecciones con visibilidad reducida y calles de alta velocidad.
Cuando las ciudades se diseñan con prioridad al peatón, hay beneficios colaterales: la salud pública mejora, las emisiones se reducen y se fomenta la cohesión social. En ciudades que han apostado por una red de aceras continuas, pasos de peatones y límites de velocidad moderados, baja el número de accidentes y aumenta la frecuencia de caminatas, con el consecuente beneficio para la salud y la calidad del aire.
El peatón es también un termómetro de la ciudad: cuando la gente camina, el comercio local prospera, las plazas se activan y las rutas se vuelven emocionalmente valiosas. Caminar no es sólo transporte; es experiencia urbana, memoria del cuerpo y posibilidad de encuentro.
Hablar de peatones también es hablar de equidad: cuando el suelo urbano se disputa entre vehículos automotores, la población más vulnerable —niños, personas mayores, personas con movilidad reducida— paga el precio. Regular las calles para que sean accesibles para todos es un acto de justicia cívica.
El Día Internacional del Peatón, en su espíritu, no es solamente una conmemoración: es una invitación a trazar infraestructuras más humanas, a proyectar ciudades que sostengan la caminata como derecho cotidiano y como práctica de cuidado mutuo.
Hoy, fomentemos hábitos para ser mejores peatones, con la promesa de que cada paso que se da ahora contribuirá mañana a construir ciudades donde andar no sea excepción, sino la norma. Celebremos este día con el susurro de pasos que sueñan con ciudades, donde la calle sea un hogar compartido, donde todos podamos caminar con libertad y dignidad. Que cada paso sea un latido que reviva el espacio público, un recordatorio de que caminar es una forma de vivir, de sentir y de ser.
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