Nacional

Publicado el viernes, 5 de marzo del 2010 a las 16:00
México, DF.- En tan sólo unas semanas, Gissel Palafox ha enfrentado la fuerza de la naturaleza, al ser testigo de inundaciones, un sismo y un tsunami.
Esta mexicana de 23 años, quien radica en Chile con su familia desde hace una década, se hallaba en Perú a finales de enero cuando los poblados cercanos a Machu Picchu quedaron aislados debido a inundaciones y fue rescatada, como cientos de turistas, en helicópteros de las Fuerzas Armadas.
“Después de Machu Picchu, el nivel de estrés que tenía era tal que se me empezó a caer el pelo”, contó Palafox vía correo electrónico a Reforma.
De regreso a Chile, la joven optó por ir a la playa Pichilemu para relajarse antes del inicio del ciclo escolar; pero su descanso fue interrumpido por el sismo de 8.8 grados de la madrugada del sábado y el posterior tsunami que golpearon la zona.
“Alcanzamos a salir de la casa que estaba a la orilla de un lago, el cual colindaba con el mar. Al salir de la casa, el movimiento empezó a intensificarse, no podíamos mantenernos en pie”, narró Palafox.
Tras el sismo, ella y el grupo de amigos con los que viajaba tomaron su auto y se dirigieron a los cerros, donde se quedaron, soportando las réplicas, hasta la mañana.
“Llegamos al Centro de la ciudad (en la mañana del sábado) y vimos como la ola se había llevado toda la parte baja del centro de Pichilemu, no quedaba nada, todo estaba en el suelo”, explicó.
Palafox se dirigió después a Rancagua, a más de 100 kilómetros de Santiago, donde pasó un par de días a la espera de una vía segura para volver a la capital.
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