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La Jornada
Publicado el domingo, 12 de octubre del 2025 a las 18:32
Ciudad de México – La constante exposición a imágenes y mensajes que promueven estereotipos de belleza irreales en redes sociales está provocando un aumento en los trastornos alimenticios y graves afectaciones a la salud mental de niñas y adolescentes.
Así lo advirtió Ana María Balboa Verduzco, académica del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien señaló que la percepción distorsionada del cuerpo está ligada directamente al desarrollo de patologías como la depresión, ansiedad, ideas suicidas y baja autoestima.
En un comunicado, la especialista alertó a padres de familia a ser vigilantes de conductas atípicas en sus hijos, como el aislamiento, la depresión, la pérdida de peso repentina o la frustración, e insistió en la importancia de revisiones médicas periódicas con análisis clínicos.
Balboa Verduzco enfatizó que el uso de redes sociales es un grave factor de riesgo que influye negativamente en los hábitos alimentarios y el bienestar psicológico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica los trastornos alimentarios como desórdenes mentales y del comportamiento, caracterizados por un temor persistente a subir de peso y una conducta alimentaria descontrolada que afecta tanto a mujeres como a hombres.
La especialista en Medicina Conductual aseguró que el entorno distorsionado en plataformas digitales puede tener consecuencias físicas y mentales devastadoras, propiciando:
– Daño Neurológico: Como la disminución de la velocidad del habla.
– Alteraciones Hormonales: Incluyendo la suspensión de la menstruación en mujeres jóvenes.
– Problemas Cardíacos, Digestivos y Dentales: Estos últimos causados por los ácidos gástricos tras los vómitos recurrentes en casos de bulimia.
Balboa Verduzco afirmó que las técnicas de terapia cognitivo-conductual han demostrado ser exitosas en el tratamiento de estos padecimientos.
” La recuperación requiere trabajo constante, paciencia y un manejo adecuado de la narrativa personal, que favorezca pensamientos positivos en torno a los alimentos, así como el fortalecimiento del autoconcepto y la autoestima”, explicó.
La académica enfatizó que, una vez que el problema está presente, es indispensable una atención integral y multidisciplinaria que involucre a psicólogos, pediatras, nutriólogos y, en el caso de menores de edad, paidopsiquiatras, con la participación activa de la familia.
Finalmente, recomendó a las familias fomentar una alimentación balanceada, la práctica de ejercicio moderado y la convivencia en espacios al aire libre para asegurar un desarrollo armónico y saludable.
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