¿Se puede aprender del mal?
Por supuesto.
Se aprende de lo bueno: se identifica, se desmenuza y se imita.
Y se aprende de lo malo: se identifica, se desmenuza… y se evita.
No pude dejar de pensar en esta dualidad tras ver la dramática película alemana “goebbels y el führer (las minúsculas son mías)”, que está armada con diálogos reales entre estos hijos de la tiznada.
La importancia de joseph goebbels en el reinado del mal del tercer reich (minúsculas de nuevo) no puede minimizarse. Su maquinaria propagandística fue la sangre que mantuvo vivo al régimen responsable del Holocausto (mayúsculas) que aniquiló a 6 millones de judíos y que provocó la muerte de 60 millones de personas en la 2ª guerra mundial.
¿Qué podemos aprender de este infame capítulo del mal?
Empecemos con las palabras del mismo goebbels:
* Yo decido qué es la verdad. Y la verdad es lo que es bueno para el pueblo.
* Somos tan sinceros como nos sea útil.
* La propaganda es como la pintura. La mejor no es la que se acerca más a la realidad, sino la que despierta las mejores emociones. Crearemos imágenes que durarán.
* Un buen gobierno no puede existir sin propaganda y viceversa.
* Como propagandista todos tenemos una intención. Pero debe estar tan virtuosamente oculta que esa intención se cumpla sin que nadie se dé cuenta.
* Aumenta el número de víctimas 10 veces. Y repítelo una y otra vez. Cuanto más simple y primitivo, más efectivo. Inventa frases.
* Nadie le diría al sacerdote: el domingo pasado predicaste lo mismo. No. Día tras día, año tras año, lo mismo.
* La propaganda debe estar cerca de la gente.
* La gente educada es una escoria.
* El buen humor es esencial para la guerra.
* Al principio los propagandistas trabajamos para el ejército. Al final, el ejército trabaja para nosotros.
* Formaré una organización que lidiará con los derrotistas a través de la fuerza bruta.
Oro molido, particularmente en la era de las redes sociales y de los liderazgos populistas que fomentan propaganda y polarización.
Veamos ahora algunas de las tácticas del propagandista:
1. Manufactura de noticias, sólo cosas positivas.
2. Orquesta manifestaciones de apoyo.
3. Identifica (o manufactura) al enemigo. Persíguelo y elimínalo.
4. Usa la simbología.
5. Esconde y niega la verdad a toda costa.
6. Justifica las atrocidades.
7. Convierte la derrota en un llamado para redoblar esfuerzos: la guerra total. En palabras del enano: “¿Estás decidido a seguir al führer a la victoria? ¿Quieres una guerra total?”.
8. Mantén la apariencia de éxito sin importar el estado real de la batalla.
9. Controla a medios y manifestaciones artísticas.
10. Elimina la libertad de expresión.
11. Culpa a otros: “Si la gente es tan débil, deben caer”.
Valiosas lecciones para detectar, evitar y combatir al mal.
Falta un ingrediente esencial: un líder poderoso y maléfico.
Un líder al que nadie puede contradecir… porque los aniquila.
La propaganda así termina estando al servicio del mal y de la estupidez. Ejemplo: el ataque a la URSS, goebbels sabe que es una zoncera. Pero no importa. El enano pasa en un tris de advertir “estaremos en una guerra en dos frentes” a “ya tengo una fanfarria para proclamar la victoria que viene”.
Pero al final ni la más efectiva propaganda puede ocultar la estupidez. La realidad tarde o temprano se impone.
¡Gracias a Dios!
Al final, la propaganda los condenó al fracaso, les impidió ver lo inevitable. Otro ejemplo: cuando los aliados toman la ventaja y Alemania empieza a ser bombardeada, la “grandiosa solución” es la película nacionalista “más grandiosa que jamás se haya visto”.
¿Y ante los bombardeos que destruían Berlín? “Diremos que el führer construirá 6 millones de casas después de la guerra”.
Al final la propaganda revela lo que en realidad es: un espejismo. Pero, OJO, porque en el ínter puede ser un arma de destrucción masiva.
Más vale, pues, identificar y combatir la propaganda.
Más vale aprender del mal.
En pocas palabras…
“Sucedió. Por ende, puede suceder de nuevo. Ahí yace el centro de nuestro mensaje”.
Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz.
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