Sociales
Por Grupo Zócalo
Publicado el sábado, 30 de julio del 2022 a las 09:47
España.- Ya desde la infancia, todas las personas, como seres sociales que somos, buscamos relacionarnos con nuestros iguales y establecer así vínculos de amistad. En la infancia, estas relaciones se dan de manera espontánea y natural en el entorno escolar, en las actividades extraescolares y, en este momento del año, en el entorno del lugar de vacaciones. El verano, corrobora la psicóloga y psicopedagoga Laura Cerdán, “es el momento idóneo para que surjan nuevas amistades y los niños y adolescentes pongan en marcha sus habilidades sociales”.
-¿Debemos valorar más las amistades que realizan los pequeños de la casa?
-Las actividades y viajes que se dan en verano favorecen conocer gente nueva o reencontrarse con amigos que, durante el curso académico, viven lejos. El hecho de tener amigos aporta una red social de apoyo y confianza, ayuda a reducir el estrés y la ansiedad y fomenta la empatía y la felicidad. Es decir, tener amigos tiene un impacto positivo tanto en la salud física como mental. Por ello, debemos enfocar estas oportunidades que se dan en verano como una estupenda oportunidad para ampliar horizontes en el ocio y las relaciones personales.
En este sentido, si nuestro hijo siente vergüenza o reparo en conocer gente nueva, podemos hablar con él sobre este tema, hablando de la inseguridad que genera abordar situaciones nuevas con personas desconocidas y del cómo abordar estas situaciones.
-¿Por qué es tan importante la influencia de los amigos en la infancia y adolescencia?
Tener amigos implica compartir experiencias con tus iguales. En las distintas etapas de la infancia, veremos que la elección de amistades se da por distintos motivos, y de ahí la influencia que puedan tener. Hasta los 7 años aproximadamente, los niños eligen a sus amigos simplemente por compartir un espacio físico, como puede ser la clase, o por compartir el tipo de juego, como por ejemplo jugar a cocinitas o a fútbol en el patio. El niño tiene una visión egocéntrica del mundo y los amigos les suponen simplemente un “compañero de juego”.
-A partir de ahí, ¿cómo son los amigos que se hacen según la edad que tiene el menor?
-A partir de los 7/8 años, los niños empiezan a ser capaces de “ponerse en el lugar de los demás”. La amistad adquiere un carácter de reciprocidad y de empatía. El aprendizaje de las reglas y normas de los juegos les va a ayudar a respetar a los otros. Cómo se sientan con los demás, cómo entiendan sus sentimientos, hará que escojan a sus amistades.
-A partir de los 9/10 años, los niños son capaces de evaluar las acciones de los demás. Su moralidad también ha evolucionado. Aparece el sentido de “confianza” y empiezan a explicarse “sus cosas”. Son capaces de mostrarse afecto y de preocuparse por las necesidades del otro.
-Es a partir de los 12 años aproximadamente que veremos un cambio significativo en el concepto de amistad. La amistad se entiende como una relación más estable y permanente que se basa en la confianza y que sentará la base para ir desarrollando amistades más profundas y maduras con el tiempo. Es probable que en esta etapa se dé un cambio de amigos porque los niños empiezan a elegir sus amistades en función a sus aficiones. El valor del grupo de amigos adquiere mucha importancia durante la pubertad y aumentará más al acercarse a la adolescencia.
-En la adolescencia, la amistad adquiere una especial relevancia ya que los amigos les van a ayudar a crear un sentido de aceptación y pertenencia. Facilitan el desarrollo de la compasión, el cuidado, la empatía y la ayuda mutua. Además, les ayudan a crear un sentido de identidad fuera de la familia. Las experiencias compartidas son más numerosas y eso les facilita una fuente de apoyo y les ayuda a ir perfilando su autoconcepto.
-¿En qué casos puede resultar excesiva esta influencia?
-Como decía, tener amigos fomenta el sentido de pertenencia a un grupo, lo cual aporta un gran valor emocional a la persona, ya que sentirnos integrados en nuestro entorno más próximo suele estar directamente relacionado con un aumento de la autoestima y la motivación. En ocasiones, pertenecer a un grupo puede suponer verse presionado a hacer cosas o tomar decisiones que van en contra de nuestras propias convicciones y valores. El problema aparece cuando nuestro hijo no es capaz de gestionar esa presión.
-¿Cómo pueden los padres gestionarlo, sin empujar a sus hijos a determinadas posturas?
-La principal consigna que daría a esos padres y madres es mantener siempre la comunicación con su hijo. Una comunicación donde haya respeto y donde nuestro hijo se sienta con la confianza adecuada para explicarnos sus opiniones y sus convicciones, ya que esto nos puede ayudar a dialogar con él y ayudarle a desarrollar su capacidad crítica.
-¿Cómo podemos educar a los menores en una buena relación con las amistades?
-Es fundamental que, para tener relaciones sanas de amistad, nuestro hijo tenga una buena autoestima, sepa decir “no” y establecer sus propios límites. A partir de ahí, debemos ayudarle a ver que todas las personas somos iguales, pero distintas a la vez. El respeto y la tolerancia a los demás debe ser la base de toda relación de amistad.
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