Muchos sabemos que, en reciente pasado político, los servidores públicos no eran impolutos, y vimos a muchos adoptar cínicas actitudes en las que imperaba la burla
En los 80, se puso de moda una frase recurrente: “no es momento de buscar culpables, es momento de buscar soluciones”, algo que, apoyado por el silencio de la prensa, echaba a la basura quejas legitimas sobre las acciones de servidores públicos.
En esa época, el partido hegemónico era dominado por convencidos del socialismo, por tal motivo, el hostigamiento de las instituciones publicas era creciente, negocios de todos los tamaños eran hostigados, pues el gobierno exigía cada vez más dinero.
Por eso, la gran escisión del super partido después del 88, creó esta plaga nefasta de declarados izquierdistas, egresados de esa institución, que llevaban en su equipaje, la hermenéutica y gramática ladina del poder, y la gula por el dinero y el lujo. Acciones que eran anecdóticas, como el partenón del negro Durazo, una lujosa y naca mansión construida por el personaje, protegido del grotesco y soberbio López Portillo, Manuel Buendía, periodista contrario al gobierno, fue asesinado, años después, entre sus publicaciones aparecían denuncias de propiedades en Europa del entonces presidente.
Un evento chocante de esa actitud, sucedió en el Congreso de la Unión, en una queja sobre algo indebido, expresada por la oposición, los legisladores priistas acallaron esa queja, gritando: “Mexico, Mexico”, conducta ahora favorita de los del grupo en el poder, que son ajenos a la urbanidad y propósitos de discusiones y debates, en todo intercambio con oposición o medios, interrumpen gritan y callan, en vez de exponer ideas y razones.
Ante situaciones y grupos adversos, es sabio reconocer cuando uno mismo creó a los demonios que después lo atormentan, en muchos gobiernos estatales y en gobierno federal, abundan personajes que fueron radicales pinta paredes, saqueadores, ladrones y destructores, que en algún momento pasaron a ser parte importante del sequito de obscuros feudales del gobierno.
Por eso, cuando la doctora de dos cilindros, encargada del despacho en palacio nacional, califica de “votos” a las quejas de ciudadanos damnificados, afectados por el clima o la delincuencia, o pretende adivinar maldad en las quejas, en vez de reconocer el gran porcentaje de culpa de los gobiernos en esos desastres, vemos una semejanza enorme con aquel cinismo previo a ese corto periodo mexicano, en el que muchos creímos que íbamos para arriba.
El día que los políticos entiendan que un puesto no es una franquicia, ni una propiedad temporal , que es una responsabilidad, llena de obligaciones, en las que, o les cumple a los gobernados o los traiciona, y que debe afrontar el precio de sus excesos o yerros, y que la cantidad de fortuna que puede alcanzar es la suma total de sus salarios, y nada más, ese día empezaremos a funcionar y a prosperar.
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