Para el establecimiento, pues, de un nuevo orden de cosas, debéis confiar en la eficaz cooperación de la Francia, cuyo ilustre soberano hace siempre sentir su benéfica influencia en todas partes donde hay que hacer prevalecer una causa justa y civilizadora”.
J.N. Almonte
En el seminario internacional, organizado por el ultraderechista grupo de libertad y democracia que se llevó a cabo en Madrid, España, el expresidente Felipe Calderón, lamentó que el Gobierno de los Estados Unidos ya no intervendrá en Latinoamérica a no ser que se trate del canal de Panamá o el golfo de México. Durante su Gobierno, Calderón, sin tener facultades para ello, firmó una carta de entendimiento secreto con Estados Unidos y cedió el control de la inteligencia nacional, bajo el pretexto de combatir en narcotráfico que más tarde se revelaría, tenía en nomina al mismísimo secretario de seguridad pública.
Más allá de la molestia desde la mañanera por la solicitud de intervención en México, por parte de Estados Unidos hecha por Calderón, donde una Presidenta, Claudia Sheinbaum reiteraba hacia los Estados Unidos respeto, colaboración y coordinación sin subordinación. La participación del exmandatario en el seminario informa sobre la dialéctica en el seno de la ultraderecha.
Después de la guerra fría, se expandió la agenda de las organizaciones multilaterales hacia posturas progresistas como igualdad de género, derechos reproductivos, derechos de la comunidad LGBTTIQ+, movilidad humana, y desarrollo sostenido. Esto hizo que la ultraderecha de los Estados Unidos iniciara un retroceso donde la jerarquías sociales, la supremacía racial, y el patriarcado fincado en la familia tradicional y el fanatismo religioso, construyeron un proyecto similar al aislacionismo previo a la Primera Guerra Mundial, aunque por motivos distintos. Ante esto, la ultra derecha de los países emergentes sostiene un discurso contradictorio: por un lado, reclama la imposición del modelo neoliberal, a partir de la intervención norteamericana, mientras que rechaza la intervención de los organismos multinacionales como un ataque a la soberanía.
Sin embargo, el pueblo mexicano se ha mantenido en resistencia, quizá por esa educación de cada lunes donde seguimos entonando en nuestras escuelas, “un soldado en cada hijo te dio” dedicado a la patria cómo quien enciende desde la niñez la veladora de la esperanza para que al anochecer el aspiracionismo no devore la libertad.
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