México, D.F.- “El actor que sale al escenario con desdén por el público infantil se suicida”. Lo dice -en tono muy serio-, Mario Iván Martínez, actor, tenor, músico y narrador para quien la realización de obras para niños se ha convertido en su más importante proyecto de vida.

Acompañado por artistas que de profesión son músicos, diseñadores, ilustradores, escenógrafos, Martínez sube al escenario con obras que combinan literatura, canto y oralidad, con una exquisita selección musical y detalles visuales. El fin es mantener por 50 minutos o una hora la atención del público infantil:

“Con los niños nunca me relajo, no puedes perder su concentración, es como una burbujita de jabón que hay que soplar con mucho cuidado para que no se vaya. ¿Cómo hacerlo? Con textos maravillosos, con música extraordinaria, no puedes mantener la atención de ellos con lugares comunes”.

Dentro de ese proyecto de vida, Martínez ha desarrollado una serie de espectáculos y, de manera paralela, la grabación de 18 discos compactos; el 19 tendrá “El patito feo y otros cuentos de aves”, que incluye además del cuento de Hans Christian Andersen, “El ruiseñor y la rosa”, de Oscar Wilde. El espectáculo con estos cuentos es el que el artista llevará este domingo a la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, a las 17 horas y que se volverá a poner el 29 de agosto en el Teatro de la Ciudad.

Martínez y el pianista Alberto Ruiz Prieto crearon una sociedad para propiciar espectáculos donde la propuesta musical vaya más allá de “unos acordes intrascendentes”. Han hecho Cuentos de gigantes -séptimo disco en la trayectoria de Martínez; el homenaje a Mozart en 2006 con “¿Conoces a Wolfi?”, luego “El soldadito de plomo” y “Pulgarcito”.

Para “El patito feo” se ha sumado el flautista Miguel Ángel Villanueva; los tres presentarán un espectáculo que incluye temas de Chopin, Liszt, Debussy, Ponce y Ravel, entre otros.

“Muchos me dicen, “El ruiseñor…” es triste, no lo pongas. Y yo pregunto ¿por qué a los niños se les tiene que dar siempre un final feliz si la vida no es así? Pareciera, en México, que lo infantil es sinónimo de inferioridad o improvisación disculpable. No se ve como actuación, se ignora que si un niño se levanta del asiento y grita bravo, está destilando sinceridad. Me indigna ir al fin de cursos de mi sobrina y que me sometan a dos horas de playback de Disney y no estoy en contra de Disney, si no que me molesta que no tengamos otras fórmulas y discrepo del oportunismo que campea en la oferta infantil, es decir sale una película y se cosechan todos los productos para aprovecharse del bolsillo del padre”.

Heredero de la música y los cuentos

Antes de llegar a un escenario a los nueve años, Martínez convivía de manera natural con la música y la literatura. El hijo de la actriz Margarita Isabel no olvida que esa mujer -“creativa, antisolemne y contestataria”- le contaba cuentos y le dejaba la curiosidad por saber qué pasaba con aquel niño güerito que viajaba de planeta en planeta preocupado por la rosa que había dejado atrás.

La música fue una herencia de su padre Mario Iván Martínez Ortega, un hombre de radio que todas las mañanas ponía discos a sus dos hijos.

A la escena, Mario Iván llegó con el personaje de Pedro, en la pieza de Prokofiev que justamente es una de las obras que más disfruta en escena hoy. Después que aquella escenificación en el Centro de Convivencia Infantil de Chapultepec, partió para Londres, donde estudió cuatro años. Inglaterra le dio una educación determinante y es hoy por hoy una cultura con la que mantiene lazos; por ejemplo es miembro de la Anglo Mexican Foundation con la cual trabaja para llevar y traer artistas británicos o mexicanos. En enero próximo, Martínez irá a Reino Unido con “Leyendas Náhuatl” para formar parte de las actividades de la exposición “Moctezuma” en el Museo Británico.

Sin embargo, fue gracias a su participación en el programa de la SEP “¿Quieres que te lo lea otra vez?”, como Martínez se percató de que había química entre los niños y él, que le gustaba comunicarse con ellos y que lo escuchaban. Luego, por invitación de Enrique Arturo Diemecke, en 1997, fue narrador de conciertos didácticos con la Orquesta Sinfónica Nacional; entonces comenzó a grabar discos con piezas como “Babar el elefantito”, “La tortuga y la liebre”, “Pedro y el Lobo”, “Leyendas mexicanas” y “Canciones de Cri-Cri”, entre otros.

Así empezaron a salir nuevos proyectos y discos. Ha hecho 18, pero tiene programado hasta el 25. Está en puerta uno con cuentos del mar, un segundo material con temas de Cri-Cri y otros con más cuentos mexicanos.

TRABAJO DE PINTOR

“Trabajo un poco como el pintor: tiene el óleo aquí, se aburre, se va a la acuarela, regresa al lápiz, vuelve al óleo, al mismo tiempo ya está casi terminada la acuarela. Para el volumen 20, por ejemplo, ya tengo la música lista y pienso invitar a solistas que admiro como Eugenia León -que ya confirmó-, a Lucero, Tiará Scanda, Susana Zabaleta, a Manzanero”.

En su trabajo con niños, Martínez se apoya de otros artistas; el dibujante Juan Gedovius es el que ilustra todos sus discos. Gabriela Villapando es la que hace los muñecos, Adriana Maya crea las figuras en papel de china.

La afición por la música de Mario Iván no ha quedado relegada por las obras infantiles. Con Armonicus Cuatro -grupo que también integran con Lourdes Ambriz, Nurani Huet y Martín Luna- investigan e interpretan músicas renacentista, medieval y polifónica contemporánea. En octubre, el grupo se presentará en el Museo del Virreinato.