Ciudad de México.- La que fuera la compañía aérea más importante de México y de América Latina, Mexicana de Aviación, representó un lazo de acero entre las relaciones diplomáticas y de solidaridad que sostuvieron México y el régimen de Fidel Castro durante la Guerra Fría, no sólo por ser el principal puente de comunicación de Cuba con la región, sino que, a través de los aviones Boeing 727, mandatarios priistas enviaron sistemáticamente, cada semana, medicinas y víveres a la isla para apoyar a la población a sobrellevar el bloqueo comercial impuesto por Estados Unidos.

“A finales de los años 60, cuando toda América Latina había terminado su relación con Cuba, México era el único país que servía como puente para poder salir de la isla, por eso era fundamental el papel de Mexicana de Aviación. Incluso era una época en la que no había vuelos directos de Cuba hacia Europa, así que los cubanos que entraban y salían de su nación lo hacían a través de la aerolínea mexicana”, explicó Ricardo Pascoe, embajador de México en Cuba durante el sexenio de Vicente Fox.

De hecho, Pascoe contó a Excélsior que cuando Ernesto El Che Guevara decidió abandonar la isla en un intento por extender la Revolución por Sudamérica, hizo su primera escala en México, ya con documentos falsos, antes de llegar a Bolivia.

Mexicana de Aviación también tenía otra gran misión en esta relación bilateral: transportar contenedores metálicos con toneladas de medicinas y víveres. Marilú Peña González, sobrecargo de esta aerolínea durante la década de los 70 y 80, aseguró que el avión podía llevar a veces sólo a unos cinco pasajeros: uno que otro diplomático, periodistas o deportistas, pero la zona de carga del Boeing 727, iba siempre a su máxima capacidad con ayuda proporcionada por México.

“La tripulación sabía el contenido de la carga, pero como era una operación secreta y evidentemente apoyábamos la solidaridad con el pueblo cubano, nadie comentaba algo al respecto. Éramos testigos de cómo metían al avión los contenedores metálicos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, y cómo en La Habana llegaban los cubanos a descargarlo”, platicó la exsobrecargo Marilú Peña.

Tanto las sobrecargos como los pilotos de Mexicana de Aviación tuvieron prohibido descender del avión a esta tierra caribeña durante toda la década de los 70. La orden sólo era atender el vuelo del DF a La Habana y esperar en el avión a los pasajeros provenientes de Cuba para evitar un sello en su pasaporte que les impidiera después poder trabajar en Estados Unidos, pues entre las sanciones que habían impuesto los gobiernos estadunidenses era negar el ingreso a su país a quienes visitaran la isla.

Y entre los periodistas mexicanos que durante la Guerra Fría llegaron a Cuba, y fueron parte de los escasos pasajeros que viajaron a través de Mexicana, estuvo Manuel Gallardo, reportero de asuntos especiales del periódico El Nacional, quien recibió directamente una tarjeta por parte de las autoridades soviéticas para que a través de ésta registrara su ingreso a Cuba y no dejara evidencia en su pasaporte.

En la misión de transportar medicina y víveres a los cubanos, además de Mexicana de Aviación, también participaron en menor grado otras compañías aéreas.

“México siempre ofreció su solidaridad efectiva con el pueblo cubano. Lo hizo a través de Mexicana de Aviación, en aviones privados y también colaboraron otras pequeñas aerolíneas del Caribe mexicano, como AeroMaya y AeroCaribe”, afirmó Heriberto Galindo, exembajador de México en Cuba, a finales del sexenio de Ernesto Zedillo y actual secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados.

Por eso, cada vez que cubanos, como Miguel Ángel Rodríguez, escuchan nombrar a México sienten emoción y aprecio por los mexicanos, porque cuando la miseria azotaba a diferentes zonas de la isla, como en su ciudad natal, Cienfuegos, el gobierno mexicano fue el único de Latinoamérica que desobedeció las advertencias de Estados Unidos sobre castigar a aquellas naciones que apoyaran a Cuba y les tendió la mano.

Miguel Ángel, quien es ingeniero, pero trabaja transportando turistas en su bicitaxi en Cienfuegos, recordó que en una época muy dura, después de la caída de la Unión Soviética, cuando dejaron de recibir apoyo de los rusos, la poca comida que podían conseguir en la isla se pudría, porque no había luz para conectar los refrigeradores y no había medicamentos para los enfermos; el único país de América Latina que apoyó a gente como él, para que tuvieran un bocado o alguna pastilla para sanar sus enfermedades, fue México.

Aunque estas operaciones eran realizadas con sigilo y se evitaba hablar de manera abierta sobre lo que había en los contenedores de los aviones, Ricardo Pascoe expuso que si Estados Unidos no interfirió entre la solidaridad de México hacia a Cuba fue porque el gobierno mexicano jugaba los dos bandos y era también una fuente de información para que los estadunidenses pudieran enterarse de lo que sucedía en la isla y al mismo tiempo los presidentes priistas, brindando su ayuda a los cubanos, evitaban que los movimientos guerrilleros penetraran al territorio nacional.

“Cuba se comprometió con México de no impulsar movimientos guerrilleros a nuestro país. De hecho, se puede constatar que México es el único país de América Latina que no tuvo guerrillas inspiradas por los cubanos, como en el caso de Colombia, Bolivia, Chile, Paraguay, Ecuador y prácticamente en todos los países de Centroamérica”, dijo Pascoe.

Los lazos fraternales entre México y Cuba surgieron mucho antes de la Guerra Fría.

“El modelo de los revolucionarios cubanos era el modelo de la Revolución Mexicana. Ellos veían en el general Lázaro Cárdenas al hombre que institucionalizó a la Revolución y tenían sus emblemas en Pancho Villa, en Emiliano Zapata. Por eso, cuando yo les regalaba la película Memorias de un Mexicano, que llevaba desde aquí, donde veían a Zapata, Villa, Carranza, Madero, Cárdenas en persona, se emocionaban mucho”, contó el ahora diputado federal Heriberto Galindo.

No sólo eso, hasta el himno de los jóvenes guerrilleros del Movimiento del 26 de julio, encabezado por Fidel Castro, El Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Raúl Castro, era mexicano. En la Sierra Maestra, mientras luchaban por derrocar al dictador Fulgencio Batista, cantaban Cama de Piedra, de Cuco Sánchez.

Pascoe y Galindo, dos de los 29 embajadores que han representado a México en La Habana, coincidieron que el clímax de esta relación bilateral fue cuando el presidente Adolfo López Mateos le ordenó al canciller mexicano Manuel Tello que se opusiera a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), promovida por Estados Unidos.

“Hay una foto histórica, donde aparece el embajador mexicano ante la OEA, y es el único que no levanta la mano y niega su voto en favor de la expulsión. Eso, todos los cubanos traen en su corazón”, aseguró Galindo.

Muchos de los testigos de la gran relación que existió entre México y Cuba durante el siglo XX han reprochado la errónea diplomacia panista que imperó hacia la isla, porque consideran que nuestro país tendría que haber sido un interlocutor entre el reciente acercamiento que hubo entre Raúl Castro y Barack Obama.

“En el fondo es un derrota diplomática de México, porque nosotros estamos ausentes del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, es para que nuestro país hubiera sido el interlocutor principal por toda la buena relación que sostuvimos con los cubanos y nuestras afinidades, y fue Canadá”, consideró Ricardo Pascoe.

Aunque con los sexenios panistas, principalmente el de Vicente Fox, se hayan deteriorado las relaciones diplomáticas con la isla, cubanos como Miguel Ángel siempre dejan de lado la política y recuerdan a México como ese gran país que les tendió la mano cuando prácticamente tenían al mundo en su contra, y cada vez que se cruzan con un mexicano jamás dudan en agradecer el apoyo recibido.