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Por Grupo Zócalo
Publicado el jueves, 16 de septiembre del 2021 a las 17:47
Ciudad de México.- La historia de Julio César Chávez en el ring es inigualable, su marca de más de 100 peleas de las cuales 89 fueron continuas y sin conocer la derrota es una gran carta de presentación, pero nada se compara a las ocasiones que tuvo que salir a las calles de segunda casa en Culiacán, Sinaloa para demostrar que él era el mejor.
Julio César Chávez no era un joven agresivo ni mucho menos peleonero pero cuando lo buscaban lo encontraban y eso pasó mucho en su época de estudiante y es que ya iniciaba su camino en el boxeo y en una ciudad como Culiacán, ser el mejor para los golpes es casi una invitación a los retadores a que busquen como ganarte y eso fue justo lo que le paso al “Gran Campeón Mexicano”.
En una reciente entrevista reveló que no había día que a las afueras de su escuela hubiera varios jóvenes de distintas partes de la ciudad esperándolo para “aventarse un tiro”, Julio César Chávez explicó que todos esos hombres iban con la consigna de saber si en realidad él era el mejor para pelear, aseguró que muchas las ganó pero que en otras le fue muy mal.
En la charla comentó que hasta de otras disciplinas lo buscaron, recordó que una ocasión estuvo hasta 30 minutos peleando con un cinta negra pues ninguno de los dos cedía hasta que con una buena combinación Julio se hizo de la victoria, esa pelea le significó ser aún más reconocido y que más jóvenes buscarán retarlos para ver su fuerza.
“
Tenía pleitos callejeros, me tocaron tiros canijos, una vez me pelee con un cinta negra y como media hora duré peleándome y creo que fue la última vez que pelee yo creo. Media hora echando chingazos, patadas voladoras y la escuela llena pero hasta que lo agarré en el aire y de un golpe lo mande al suelo convulsionado, después de eso todo mundo me respetó”, dijo Julio.
Julio César Chávez dejó claro que pasó mucho tiempo de su juventud en peleas callejeras que ni siquiera buscaba pero ante la fama que se hacía cada vez más personas lo buscaba, incluso aseguró que en más de una ocasión iban con objetos pero nunca hubo nada que lamentar.
Aún así de esa muestra de “superioridad” Julio confesó que lejos de sentirse bien y confiado por haber ganado a todo el que se le plantara, dijo que cada vez sentía más miedo ya que en varias ocasiones le hacían una pelea dispareja y era donde más sufría ya que tenía que ser más cuidadoso de no recibir un mal golpe.
Con el tiempo eso dejó de pasar cuando se centró en el boxeo y dejó la escuela para dedicarse de llenó a su preparación para ser un boxeador profesional, que continuó con mudarse a Tijuana donde verdaderamente arrancó la leyenda de Julio César Chávez.
Con información de El Debate.
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