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Publicado el martes, 29 de julio del 2025 a las 02:00
Ciudad de México.- La Tierra está atravesando una pérdida de agua dulce sin precedentes, impulsada por el cambio climático, el uso desmedido de aguas subterráneas y eventos de sequía extrema, según un estudio dirigido por la Universidad Estatal de Arizona (ASU) y publicado en Science Advances.
El análisis, basado en más de dos décadas de observaciones satelitales, reveló la formación de cuatro regiones de megasequedad en el hemisferio norte: el suroeste de Norteamérica y Centroamérica, Alaska y el norte de Canadá, norte de Rusia, y la región de Oriente Medio y norte de África. Los científicos advierten que estas condiciones amenazan la seguridad hídrica, la agricultura, el nivel del mar y la estabilidad global.
Las zonas terrestres secas se están expandiendo a una velocidad equivalente al doble del tamaño de California cada año. Además, la desecación avanza más rápido que el aumento de humedad en las zonas tradicionalmente húmedas, invirtiendo los patrones hidrológicos.
El estudio indica que el 75 % de la población mundial vive en países que han perdido agua dulce desde 2002. Esta tendencia se agrava con el crecimiento demográfico proyectado para las próximas décadas, mientras la disponibilidad de agua disminuye.
Uno de los hallazgos más críticos es que el 68 % de la pérdida de agua proviene de acuíferos subterráneos, una cifra que supera la contribución al aumento del nivel del mar de los hielos de Groenlandia y la Antártida combinados.
Para el investigador principal Jay Famiglietti, el estudio transmite “el mensaje más alarmante hasta la fecha” sobre el impacto del cambio climático en los recursos hídricos.
La investigación se basó en datos de las misiones satelitales GRACE y GRACE-FO, y analizó los cambios en el almacenamiento de agua terrestre, incluyendo lagos, nieve, humedad del suelo, vegetación y aguas subterráneas.
El autor principal, Hrishikesh A. Chandanpurkar, subrayó que estamos agotando reservas no renovables como si fueran inagotables. “Los glaciares y las aguas subterráneas profundas son fondos que deberían usarse en emergencias. Pero ni siquiera intentamos reponer los sistemas hídricos en años húmedos”.
Uno de los momentos clave se identificó en el periodo 2014-2015, catalogado como un posible punto de inflexión. Fue entonces cuando los eventos extremos aumentaron y el uso de agua subterránea se intensificó, superando incluso la pérdida de hielo.
Además, el estudio documentó una oscilación geográfica inédita: desde 2014, las zonas secas se desplazaron hacia el hemisferio norte, mientras las zonas húmedas lo hicieron hacia el sur. Este patrón contrasta con las proyecciones del IPCC, que no anticipaban tales cambios en los trópicos, donde se ha observado un aumento sostenido de humedad.
Los autores concluyen que el seguimiento constante del ciclo hidrológico global es clave para afrontar los cambios en curso y preparar estrategias ante un escenario de quiebra hídrica inminente.
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