“Muchos discuten el origen de sus primeros latidos. Que si don Alberto del Canto o Urdiñola, “el aguerrido, fueron sus fundadores”.
Raymundo de la Cruz López, poeta tlaxcalteca de Saltillo.
Mucho se ha escrito respecto a la fundación de la ciudad y del barrio donde se meció la ciudad el Ojo de Agua, que como hace casi un siglo, celebró este domingo 10 septiembre su fiesta patronal en homenaje al Santo Cristo de la Capilla, cuya historia es ampliamente conocida.
No existe una fecha exacta de la fundación del barrio del Ojo de Agua, pero es de suponer que fue a la par que la creación de la ciudad, pues iberos y lusitanos tuvieron un primer contacto con lo que posteriormente llamarían el Saltillo, formado por el Ojito y la pequeña cascada que da origen al nombre de la capital del estado. De acuerdo con la leyenda ahí en la Loma, donde actualmente está el templo católico, se edificó un primer presidio en el denominado Saltillo del Ojo de Agua, cuya construcción data de la fundación de la ciudad, luego sirvió de garita para el cobro de impuestos a quienes comerciaban productos entre Saltillo y estados como Zacatecas, Nuevo León y San Luis.
La ermita que cobija al ojito de agua, que es parte de la iglesia, ambos albergan un punto histórico. El ojito debería ser considerado patrimonio de la nación, pero el Instituto Nacional de Antropología e Historia no lo cree así. En cambio sí, al edificio de la iglesia.
El nombre de la ciudad se debe a un fenómeno natural.
El agua del ojito que caía hacia el arroyo de La Tórtola dio origen e idea a españoles y portugués que nos colonizaron al nombrarlo “El Saltillo”. Desde este manantial en los principios de la villa se construyó una acequia que, por gravedad, surtiera de agua a la población. Probablemente fue entonces cuando desapareció la pequeña cascada.
El barrio del Ojo de Agua es la unidad habitacional actual más antigua en la ciudad. Las primeras casas que se edificaron en la localidad se instalaron alrededor del salto de agua, que describen los colonizadores españoles en sus crónicas. Prácticamente las casitas están prendidas como “con alfileres” en las estribaciones del cerro que comprende la barriada. Hay una vivienda casi destruida a las faldas del cerrito donde se encuentra la Plaza México o El Mirador, al final de la diminuta calle Ojo de Agua, que puede resultar ser un indicio de las primeras viviendas del barrio.
En el manantial a los pies de la antigua ermita sigue fluyendo el agua milagrosamente desde hace cientos de años, fenómeno natural que dio origen al nombre de la capital coahuilense, donde se domina el valle, como portugueses y españoles lo observaron luego de una fatigada travesía por tierras inhóspitas y clamaron desde lo alto de la pequeña montaña: ¡Se nos hizo el Saltillo!, donde mojaron sus pies cansados y en cuyas aguas abrevaron hombres y caballos. Ahí fueron rebautizados por la religión católica varios de los expedicionarios.
Uno de estos, Alberto del Canto y Diez Vieira, fundador y primer alcalde que fue de la ciudad, lo denominaba “el Ojo de Agua del Saltillo”.
El historiador y primer cronista honorífico de la ciudad, el bachiller Pedro Fuente, asegura que indiscutiblemente y fuera de toda duda, lo que realmente vino a dar a la capital del estado la denominación de Saltillo fue la pequeña cascada que en aquella época formaba el Ojo de Agua principal y reafirma su dicho, al señalar que los primeros pobladores (españoles y portugueses) coincidieron unos y otros: ¡Se nos hizo el saltillo! Texto copiado del documento Historia de la Villa del Saltillo, original de Pedro Fuente.
Más sobre esta sección Más en Coahuila