Coahuila
Por Jesús Castro
Publicado el lunes, 9 de septiembre del 2024 a las 04:10
Saltillo, Coah.- El INAH de Coahuila desmitificó la leyenda urbana de que el Santo Cristo de la Capilla alguna vez sudó y se sintió como si tuviera fuera real, informando que en realidad se trató de un fenómeno natural atribuido a la humedad que guarda la pasta de caña con la que está hecha la imagen, problema que se solucionó con el humidificador instalado en la vitrina.
Francisco Aguilar Moreno, director estatal del INAH, dijo que aunque sí le parece un hecho extraordinario el excelente estado en el que se encuentra la imagen del Santo Cristo, luego de más de 400 años de existencia, señala que algunos hechos inusuales que alguna vez se le atribuyeron no fueron en realidad milagros.
Leyenda urbana
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Anteriormente, la pieza, por la humedad, se tendía a aflojar. Acuérdense que hubo hace muchos años, lo voy a decir así, una leyenda urbana de que el Cristo sudaba y que se sentía como piel humana, bueno, pues en realidad lo que sucedía es que tenía muchísima humedad, porque la pasta de caña estaba floja”, dijo Aguilar Moreno.
Explicó que debido a que la imagen está hecha con pasta de caña, absorbe humedad de manera natural, y con el tiempo, los especialistas se dieron cuenta de que dañaba su composición, por lo que tomaron medidas para evitar este fenómeno, que constantemente están monitoreando.
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Ahorita que lo pudo revisar el restaurador, está consolidada, no tenía humedad, gracias al deshumidificador que tiene el camarín donde está el Cristo”.
Agregó que, a pesar de lo resultados del dictamen, todavía se insistió por parte de la Diócesis de Saltillo en realizarle un radiografía especial para corroborar el estado de su composición con mayor exactitud, la cual todavía está pendiente de realizársela, con el radiólogo que consiguió el padre Juan Manuel Ledezma, párroco de Catedral.
Las leyendas urbanas desmitificadas a las que se refirió el director del INAH en Coahuila, son tres hechos bien documentados.
Uno de esos hechos sucedió en 1708, cuando el sacristán que trasladaba la imagen del Cristo, del altar mayor de la entonces Parroquia de Santiago, a la Capilla, observó que la imagen sudaba. De inmediato dio parte de al sacerdote José Guajardo, quien lo catalogó como milagro.
La segunda ocasión fue durante la Cuaresma de 1722, cuando los sacerdotes que limpiaban al Cristo reportaron que, además del sudor en la imagen, se sentía como si estuviera hecho de carne blanda, como si estuviera vivo.
Y la tercera vez que se tiene conocimiento que pasó este fenómeno, fue en 1732, suceso que según el sacerdote Pedro Fuentes, como en las otras dos ocasiones, se repicaron las campanas del tempo para anunciarlo como milagro.
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