Monclova
Por
Aníbal Díaz
Publicado el martes, 24 de junio del 2025 a las 10:06
Monclova, Coah.- María Azucena Coronado era una socorrista joven, activa, siempre dispuesta a ayudar y a salvar al prójimo en su natal Chihuahua, como parte de la Cruz Ámbar.
Con la cercanía de la comunidad de Hércules, conoció a su pareja, Hermilo Benigno González, un especialista en Sistemas de Radiocomunicación.
El 21 de julio de 1999, María Azucena y Hermilo tuvieron a su hijo, Cristian González Coronado, quien nació en Monclova.
Sólo 10 días después, el 31 de julio, María Azucena falleció por complicaciones de su diabetes.
Cristian creció y hoy, a los 25 años de edad, es un experimentado paramédico en la Cruz Roja de Monclova, quien honra la memoria de su madre -a quien prácticamente conoció sólo a través de fotografías- en cada servicio que ofrece como parte de la benemérita institución.
Hoy martes 24 de junio, Día del Socorrista, Cristian reflexiona sobre los retos de su labor, los aspectos más satisfactorios y sus metas en esta profesión que salva vidas.
Honrando su memoria
“Tengo 14 años en el servicio de emergencias y ya voy para cuatro años aquí en Cruz Roja, como activo”, menciona Cristian en entrevista.
“Mi papá y mi abuela me enseñaron fotos de cómo era mi mamá… yo creo que por ahí va más la cosa, por ese ámbito, por ese lado”, añade, al ser inquirido sobre cómo surgió su vocación por este rubro.
“Yo estudié aquí en la Cruz Roja la carrera de Técnico en Urgencias Médicas, también estuve estudiando la carrera de Criminología, nada más que por problemas personales se quedó pausada”, añadió, reiterando que optó por concentrarse en el ámbito de la atención prehospitalaria.
“Estoy aquí en Cruz Rioja desde el 2022, pero también estuve dos años en Juventud, cuando estaba más chiquito, como en el 2008 estuve aproximadamente dos años en el área de Juventud”, añade, refiriéndose al grupo de adolescentes al que pertenecía y que brindaban ayudas sociales a la población vulnerable, a través de la institución.
Una ‘chispita’ de ayuda
“¿Qué es lo que más te gusta de ser socorrista?”, se le pregunta.
“Pues como todo mundo dice… la pasión por ayudar a la gente, pero en sí es la empatía que le puedes dar tú, o se podría decir, esa ‘chispita’ de ayuda a la gente, la esperanza, vaya, de que todo va a estar bien”, responde.
“¿Y qué es lo que menos te gusta?”, también se le inquiere.
“Los accidentes trágicos, donde involucren niños”, replica, con un dejo de tristeza.
Como ejemplo de lo anterior, recordó el potente choque entre un camión de carga y un camión de pasajeros el pasado jueves 19 de junio, en el tramo Cuatro Ciénegas – San Pedro de la carretera 30, que dejó como saldo 8 lesionados y dos fallecidos: Un menor de 14 años y un adulto.
“Es una impotencia muy grande, que llegas y sabes que ya no hay mucho por hacer, o mejor dicho, que ya no hay nada qué hacer por él”, agregó.
“Era alguien de 14 años, con una vida por delante… pero bueno, si Dios así quiere las cosas, hay qué aceptarlas como tal”, añade.
Dominando las emociones
En este contexto, Cristian reitera que, como socorrista, los sentimientos deben permanecer neutros a la hora de atender una emergencia, “porque tú eres la ayuda. Entonces, como tú eres la ayuda, no puedes agarrarte llorando ahí, en medio del caos, porque, ¿qué esperanzas le das a la gente tú que vas a auxiliar?”.
“Entonces, personalmente, yo sí trato de tener mis sentimientos neutros y ya fuera, en la base, con nuestros compañeros, pues hablamos y platicamos y es una forma de desahogarnos de todo lo que vemos en los servicios”, reitera.
“Pero sinceramente, en el servicio sí tratamos de ser un poquito neutros, tranquilizarnos y ser lo más profesionales posible”, insiste.
‘La capacitación salva vidas’
Ser socorrista, afirma Cristian, es una profesión que requiere capacitación constante.
“Yo siempre he sido creyente de que si no te capacitas, no avanzas”, afirma, contundente.
“No con (sólo) desearlo vas a salvar una vida…. La capacitación continua es lo que hace que tú salves una vida, o que la persona que está enferma todavía pueda sobrevivir con la capacitación que tú tienes”, enfatizó.
‘Que los jóvenes se animen’
“¿Cuál sería tu mensaje para los jóvenes que estén contemplando convertirse en socorristas?”, se le pregunta también a Cristian.
“Sería que se animen. El ambiente prehospitalario es muy bonito, donde día a día aprendemos, tanto de la gente como de nuestros propios compañeros. Que se animen y que vivan su experiencia propia”, reiteró.
Herencia de servicio
A pregunta expresa, el joven paramédico reitera que “mis metas siguen siendo las mismas desde que yo empecé en este ambiente: Capacitarme, sobresalir e inculcar a las nuevas generaciones, que le den ese cariño a la atención prehospitalaria”.
“Igual, inculcarle a mi hijo que este ambiente es muy bonito”, acota, refiriéndose a su bebé de un año y medio, Evan.
“¿Te gustaría que él siga tus pasos?”, se le inquiere, para finalizar la plática.
“Sí. Pero que sobresalga más”, concluye.
Efeméride
El Día del Socorrista se celebra a nivel internacional el 24 de junio. El origen de esta conmemoración se remonta a 1859, cuando un comerciante y filántropo suizo llamado Henri Dunant, organizó a la población para atender a los heridos en la Batalla de Solferino en Italia, en la cual hubo más de 40,000 muertos y heridos que morían a causa de una falta de atención médica en el lugar. Ahí fue donde Henri Dunant tuvo la oportunidad y la triste experiencia de ver cómo los heridos eran abandonados sin ser atendidos o ayudados, para protegerse del frío o del hambre.
Henry Dunant empezó a ayudar a la gente, a atender a los heridos y a hospitalizarlos en una iglesia que le sirvió como hospital improvisado. Dunant no hablaba el idioma de la región, únicamente conocía dos palabras: “tutti fratelli” que significan “seamos todos hermanos”. Fue así que con sólo saber esta frase pidió ayuda a las demás personas.
Bajo este lema, los voluntarios socorristas prestaron primeros auxilios a los heridos de guerra sin importar el bando en el que estaban y el color de su uniforme. Dicha petición sirvió más tarde para la fundación de la Cruz Roja y la importancia de sus siete principios fundamentales: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad.
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