Coahuila
Hace 3 meses
Un tramo de la calle Múzquiz entre Murguía y Ahuízotl estuvo lleno de misterio no hace mucho tiempo. Ahí se suscitaron algunos suicidios que estremecieron a los vecinos, en una época en que eran poco comunes este tipo de casos… Ahora, creo que la cifra se rebasa cada año en Saltillo.
En los primeros seis meses de este 2025 se han registrado más de 52 suicidios. Parece que hemos perdido la cuenta, el estupor o la falta de reacción al problema.
En fin, volvamos a la calle Múzquiz donde, en la década de los años 70 del siglo pasado, se registró un lamentable hecho de tal naturaleza. Una joven muy bonita, según los vecinos, tenía dos novios, a los dos los quería mucho, y con los dos pretendía casarse. La muchacha, descendiente de una conocida familia originaria del ejido Las Encinas, del municipio de Ramos Arizpe, pero avecindada aquí, mandó a su abuelita a entregar una olla que le había prestado doña Virginia, la vecina de enfrente con quien gustaba platicar largo y tendido, de todo y de nada; tal vez “los chismes de la barriada”.
Repentinamente en medio de la plática se escuchó un estruendo. Ambas mujeres fueron a la escena y encontraron a la joven tirada en el suelo con una herida sobre la sien derecha, en medio de un charco de sangre y con una pistola tirada muy cerca de su mano. Se había suicidado y dejó un recado póstumo:
“No puedo seguir así, a los dos los quiero mucho y prefiero la muerte a seguir con esta incertidumbre”, (la sensación de duda e inseguridad).
Otro incidente se guarda en la memoria de los vecinos de la calle Múzquiz; cuentan de un famoso choricero que, ahogado por las deudas, decidió salir “por la puerta falsa”, la del suicidio.
Era domingo por la tarde y el hombre envió a su esposa y a los niños a la Alameda; les dio dinero para que compraran alguna golosina. “Diviértanse, no se preocupen, yo seguiré elaborando un pedido de chorizo que tengo que entregar mañana”.
Los niños y la señora, confiados, pasaron un rato agradable en el famoso paseo citadino y al regreso a casa encontraron una espeluznante escena, una especie de miedo, dolor y horror, provocando el llanto de los niños y la señora.
El hombre yacía colgado del cuello de una soga que colocó en una de las vigas de madera del techo; se había suicidado. Los vecinos indicaron que era algo extremadamente terrorífico y escalofriante.
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